Sábado Santo en el río
Reynosa, Tamaulipas. Retando al peligro, decenas de personas se meten a bañar y a pescar al río Bravo, metros abajo del vertedor de la presa derivadora Anzaldúas.
Mientras los vacacionistas domésticos disfrutan de una suculenta carne asada en los asadores de la Playita, visitando a los animales en el Zoológico de Reynosa o echándose un chapuzón en las albercas de los balnearios, hay quienes se arriesgan a repostar en las riberas del Bravo, haciendo caso omiso de los múltiples letreros que se han colocado en los taludes.
Bajar hacia donde están los pescadores no es fácil. Hay que pisar con cuidado las enormes lozas irregulares de caliza que fueron colocadas para amortiguar la erosión.
Una vez abajo, se escucha el ruido del agua que es liberada de la presa derivadora. Por ahora, cor...