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Etiqueta: literatura

La bicicleta
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La bicicleta

Por Juan Arvizu El niño abrió los ojos en forma desmesurada pues no lo podía creer. Finalmente, su sueño se había hecho realidad. Frente a él tenía la bicicleta más bonita del mundo Sí, si, era una bicicleta usada y de color morado, pero era una BICICLETA de verdad. Su padre, en forma parca como era su costumbre, le confirmo que la bicicleta la había comprado para él. A partir de ese momento y durante los próximos días el niño no se separó de la bicicleta y hasta los mandados del hogar los hacía con alegría. Presumió su regalo por todo el barrio y finalmente pudo pasear junto con sus amigos que lo medio discriminaban porque era el único que no poseía ese medio de transporte. Bueno, en realidad no era el único discriminado del grupo, pues también la pandilla le hacia el feo al bizco...
Va de cuento…
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Va de cuento…

Por Juan Arvizu NO SE ADMITEN NEGROS, PERROS NI MEXICANOS En plena II Guerra Mundial Estados Unidos requería de mano de obra para diferentes áreas productivas y por eso acordó con nuestro país contratar en forma temporal trabajadores mexicanos, los cuales se destinaron sobre todo a labores del campo. Este acuerdo se conoció como Programa Bracero y funciono de 1942 a 1964, cuando se dio por concluido debido a las muchas quejas surgidas en ambos países por el trato inhumano, las malas condiciones laborales y los abusos que cometían los patrones. Los braceros mexicanos trabajaron sobre todo en estados del sur de la Unión Americana y lo hacían por temporadas que iban de los tres a los seis meses, aunque en ocasiones se lograba firmar un contrato por un año. La contratación inicial se ...
Va de cuento…
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Va de cuento…

NEGROS AL SUR Por Juan Arvizu Todo el día pensó en la reunión que tendría con su padre mas tarde, en la noche. La jornada, como siempre, fue dura, extenuante, en la plantación algodonera de esa granja der sur de Mississipi. Desarrolló su labor con esmero, tratando de no dar motivo de queja a los capataces y supero incluso, aunque por poco, la meta fijada para la jornada. Ya casi se ocultaba el sol, cuando el jefe de capataces hizo sonar el silbato anunciando el fin del día de trabajo. Jonás se formó como siempre, esperando el siguiente silbatazo para avanzar. Casi media hora tomaba llegar a la hacienda, donde finalmente eran liberados de los grilletes, un privilegio del que solo gozaban durante la faena y cuando estaban en la hacienda. Al llegar, poco a poco los esclavos negros...