Por Jesús Rivera
Reynosa, Tamaulipas. Reynosa no solo es balaceras e inseguridad. Fotógrafos profesionales y amateur, periodistas y ciudadanos comunes y corrientes han demostrado que también tiene aspectos hermosos y llenos de colorido.
La gente lo puede ver por sí misma. En la biblioteca virtual “Amalia Caballero de Castillo Ledón” se exhiben desde hace varios días las fotografías de personas que atendieron la invitación del Instituto Reynosense para la Cultura y las Artes denominado: “Lo que me gusta de Reynosa”.
Es la visión de 36 fotógrafos: Ágata Alexia Niño Hernández, Antonio Salinas, Abimael Herrera, Anylú Hinojosa, Carlos David Guerrero Soto, Citlalli Cruz Escobedo, Danna Karen Arévalo, Damián González, Dave Aguirre, Diana Garza, Eduardo Sánchez, Efrén Daniel Molina Guzmán, Esmeralda Ramos, Eucario Ramírez Durán, Gabriel García, Ignacio Mendoza, Jamileth Guzmán, José Daniel Gutiérrez Ramos, Josué Arzate Luna, Julián Delgado Ang, Karyna Victoria Santos Navarro, Lidia Aguirre, Ma. Fernanda Hernández Luna, Mirna García, Myrna Guzmán, Omar Hernández, Óscar Tijerina, perla Rubí González Delgado, Roberto Aguirre, Sandra Tovar, Soledad Vaquera, Thamara Puente, Tochiro Gallegos, Víctor Hugo Guerra, Viridiana Leal y Yenni Gandiaga.
La curaduría y museografía estuvo a cargo de Miguel Ancona Reséndez y el montaje, de Rodrigo Rojas Montelongo y Jesús Vaquera Ortiz.
Son distintos aspectos de Reynosa y su entorno. Se puede ver, por ejemplo, la fotografía de la periodista Sandra Tovar titulada: “Soledad”, donde un anciano de aspecto triste alimenta a una parvada de palomas, sentado en una de las fuentes de la plaza Miguel Hidalgo.
O la colorida fotografía con una perspectiva muy bien lograda de las sombrillas colocadas frente al restaurant Azul Antiguo, sobre la calle Allende con J.B. Chapa, en la Zona Centro, de la autoría de la también periodista e influencer Yenny Gandiaga Salas.
Resaltan las composiciones sobre el Lago Orizatlán denominadas “Prehispánico 1” y “Prehispánico 2”, del fotógrafo Eduardo Sánchez.
Se retrata la imagen de una bella joven ataviada con un traje azul a la usanza de las sacerdotisas de la antigua Tenochtitlan, teniendo como fondo uno de los más de cien monumentos que aún quedan de pie en el ex rancho Orizatlán, cerca del puente internacional Reynosa-Pharr.
El monumento es una interpretación en concreto de la independencia, con el cura Hidalgo rompiendo las cadenas de la esclavitud y el estandarte de la virgen de Guadalupe sobre su cabeza.
la otra fotografía con la misma temática presenta a un hombre joven vestido como un guerrero azteca, delante de una pirámide de cemento, donde se observa la escena de la quema de pies por parte de los españoles a Cuauhtémoc y Cuitláhuac para obligarlos a revelar el sitio donde escondieron el tesoro de su pueblo.
Hay otras muchas instantáneas que vale la pena ver por la calidad del trabajo y por la visión original de los fotógrafos que, de esta manera, captaron lo mejor que tiene Reynosa.