Por Jesús Rivera
-“Para mí sí fue difícil. La verdad, no es algo tan sencillo. Yo conozco agrupaciones de alcohólicos anónimos a la edad de 20 años. Mi mamá habló con una amiga que asistía a las reuniones y ella fue a platicar conmigo, me dijo que había unas reuniones, accedí a ir con ella, pero no hice caso. Yo pensaba que estaba muy joven, que eso era para mi papá o para mis tíos. Entonces, me fui a beber diez largos años, en los cuales tuve que hacer muchas cosas, atravesar muchos problemas y de paso me llevé a mi madre, a la familia. Después de 10 largos años y una fuga geográfica vengo a parar a Reynosa y nuevamente me integro a un grupo. Pero pues tampoco quería dejar de beber, esa es la verdad. Cada quien tiene su fondo de sufrimiento. No todos es igual, pero el mío pues… no alcanzarme el dinero, todo me lo gastaba, el andar pidiendo prestado, faltar al trabajo, perder empleos, caer a la cárcel…”
-Yo empecé a beber desde los 11 años. Llegué a caer en lo más bajo. Afortunadamente hoy en día, gracias a un poder superior, Dios, como yo lo concibo, he parado de beber. Voy a cumplir 10 años. El 5 de marzo cumplo 10 años sin beber. Yo caí a lo más bajo. Desde pequeño empecé a beber wisky o coñac en los mejores bares y yo pensaba… Si alguien me decía a mí que iba a tener problemas por mi manera de beber yo le decía que estaba loco, porque estaba tomando de lo mejor. En un abrir y cerrar de ojos llegué a estar tirado ahí, por los rieles, por meses, por años, debajo del canal. Y todos esos daños se los hice a mi familia. Hoy que no tengo a mi madre quisiera haberla respetado cuando la tenía, pero el alcohol me hizo hacer mucho daño. Físico, emocional, espiritual, verbal y económico a quien debí haber cuidado: A mi madre. Hoy les digo a los compañeros que hoy entiendo que nada más una persona que está desajustada mentalmente deja a la familia sin comer por gastarse en alcohol lo que pertenece a la familia”.
Crudos testimonios de dos personas que en su momento, llegaron a algún grupo de Alcohólicos Anónimos.
En rueda de prensa, Mario y otros miembros de AA, invitaron a periodistas a conocer más de lo que es esa comunidad de hombres y mujeres que comparten sus malas experiencias con el alcohol y que tienen como meta común dejar la bebida.
Mario es miembro del Comité del Noveno Distrito de AA, que comprende unos 14 grupos, aproximadamente con poco más de cien personas.
A nivel de todo el Municipio hay 30 grupos con cerca de 140 integrantes, un número muy escaso si se toma en cuenta que los índices de alcoholismo en una ciudad promedio como Reynosa supera el 10%.
Difundir más su programa para que la gente esté más informada y sepa que hay una opción al problema de la adicción al alcohol, es el objetivo.
De hecho, durante los días 3, 4 y 5 de marzo se llevará a cabo la 13va. Convención Nacional de AA en el Estadio Jalisco, de Guadalajara. Se calcula que estarán más de 60 mil alcohólicos reunidos compartiendo experiencias.
El alcoholismo, tal como lo define el manual de Alcohólicos Anónimos, es una compulsión física unida a una obsesión mental.
“Con esto queremos decir que teníamos un deseo físico característico para consumir el alcohol más allá de nuestra capacidad para controlarlo, desafiando todas las reglas del sentido común”,-se lee en un párrafo.
De esa manera, el único requisito del programa para aceptar a una persona es que quiera dejar el alcohol. Lastimosamente, un porcentaje elevado deserta durante los primeros años para seguir en el vicio, pero los que logran tener la suficiente entereza, logran alejarse del vicio.
Mario lleva ya 20 años sin probar una gota de licor.