Beijing, China. Mientras los contagios de COVID-19 y sus mutaciones en China se siguen multiplicando, especialistas médicos advierten de la posible muerte de por lo menos 1.7 milones de personas para el mes de abril.
La política de cero COVID que implementó el Gobierno de Xi Jinping, en las primeras fases de la pandemia, tuvo éxito para evitar el efecto devastador que ahora tiene, pero a la larga, la relajación de las medidas contra la enfermedad está cobrando una fuerte factura.
Con los escasos datos que la parte gubernamental aporta a la comunidad médica internacional resulta difícil predecir el efecto global que podría traer el nuevo brote chino. Países europeos e incluso los Estados Unidos han implementado filtros donde se exige a las personas que viejan del país asiático, mostrar su esquema de vacunación y prueba negativa al COVID.
Mientras tanto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) exige al gobierno más información para poder analizar con mayor grado de certeza la cantidad de fallecimientos que pueden ocurrir en los próximos meses.
Otro model, el del Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington pronostica más de 300 mil muertes para el mes de abril y hasta 1.6 millones para fines del presente año, si no se establecen medidas enérgicas de contención.
El panorama es desalentador, casi apocalíptico, donde la tasa de fallecimientos se incrementa por la baja calidad de la vacuna y la tardía respuesta de las autoridades chinas de salud.