EDITORIAL
Reynosa, Tamaulipas. Ya nada nos sorprende. México es el país donde las atrocidades parecen no tener fin.
Apenas habíamos reaccionado con una masacre de personas en Veracruz, cuando ya teníamos encima el caso de los cinco jóvenes de San Juan de los Lagos, Jalisco.
Decapitaciones, descuartizamientos, masacres, desapariciones forzadas, complicidades, muertes por doquier. ¿Para qué necesitamos estar en guerra?
Los periódicos nacionales como El Universal publicaron detalles de lo que pasó con estos muchachos, hijos de familias jaliscienses.
De acuerdo con datos aportados por autoridades y consultores, los jóvenes habían tenido contacto telefónico antes de su desaparición con un “call center” donde les ofrecieron un trabajo bien pagado como guardias de seguridad de una empresa.
Los cárteles de la droga, como el de Jalisco Nueva Generación y el de Sinaloa, desde hace unos años utilizan dichos centros de reclutamiento para buscar nuevos sicarios y aumentar su presencia en el territorio que está en disputa.
El modus operandi se ha difundido en las zonas calientes del país, donde los grupos criminales chocan y mantienen constantes enfrentamientos.
En Lagos de Moreno y zonas circunvecinas la delincuencia organizada recluta nuevos “talentos” y para ello los pone a prueba.
Los datos de inteligencia indican que eso fue precisamente lo que sucedió con las víctimas, ya que en el video que hizo circular el periodista Ciro Gómez Leyva se ven seriamente golpeados y al final, uno de ellos es obligado a matar a otro de sus compañeros.
Es una prueba para los nuevos reclutas donde lo que se busca es que demuestren el valor, el arrojo y la fidelidad necesarios para ser un buen sicario al servicio del cártel.
Una vez enganchados, los hacen pasar por situaciones terribles para templar su carácter, desde descuartizar víctimas, comer carne humana o dormir al lado de un cadáver. Son maltratados, torturados y castigados hasta casi morir, como prueba de que son dignos de pertenecer a la organización.
¿Los cinco jóvenes de Lagos de Moreno fueron engañados y no sabían en la que se metieron, o sí lo sabían, pero se arrepintieron?
Ahí están los hechos.
Foto: El Informador