Culiacán, Sinaloa. Jóvenes sentados en la banqueta del distribuidor de oxígeno Infra con mirada caída y manos nerviosas, esquivan la mirada a los curiosos y de vez en cuando revisan el celular, como buscando que la realidad virtual sea menos dolorosa que la tangible.
Los distribuidores, no acostumbrados a trabajar con personas en urgencia, hacen lo que pueden para organizar la logística pero su paciencia no da para más y los gritos llegan como único recurso.
En la fila nadie habla, nadie platica. No hay nada qué decir porque todos ahí viven lo mismo. Algunos cansados de esperar desde la madrugada se sientan en la banqueta, rendidos y derrotados anímicamente: es que nadie le ve fin a este infierno.
Nadie puede decir que todos los adolescentes son irresponsables cuando muchos están sacrificando sus mejores años por cuidar a sus padres. Madrugando para cargar en su bicicleta el único tanque de oxígeno que le da vida a su familiar o saliendo a trabajar para adquirir una responsabilidad que no le pertenece.
(Línea Directa Portal. Jesús Lugo).