Dirección General: Jesús Rivera Zúñiga

Líderes Competitivos

COMPARTIR

Por Marcos Olivares

REYNOSA ACTUAL

Esta, mi ciudad, me recibió con los brazos abiertos hace 72 años. Fui la alegría de mis padres por ser el primogénito de una familia que formaron un par de jóvenes enamorados de siempre y por siempre, desde aquel lejano noviembre de 1950 hasta la partida de mi querida madre.

Ciudad donde cursé mis primeros estudios en escuelas locales y empecé a forjar amistades de gran valor y amor por mi querida Reynosa. Hasta que en un septiembre de 1967 tuve que abandonarla temporalmente para continuar mis estudios preparatorianos y universitarios en la Sultana del Norte.

Desde que tuve uso de razón, mi vida transcurrió sana y amigablemente; desde el sexto año de primaria que inicia el despertar de un preadolescente, comienza el proceso de sentir a mi ciudad en el corazón. Pues las idas a la matiné con mis amigos vecinos de casa de mi abuela materna en el casco o centro de la ciudad (ese año lo viví con mis abuelos maternos) abren mi visión a otros espacios que no tenía en mi alejada colonia Longoria.

Nuevas amistades, nuevos espacios, nuevos entornos sociales y culturales, dado que me estaba preparando para ingresar a la escuela secundaria, es decir a la adolescencia y juventud.

Todo este preámbulo que menciono promueve la esencia calera y sentido de pertenencia de mi querida Reynosa.

Obvio cuando me fui aquel año a estudiar a Monterrey, me llevé las mejores imágenes y grandes recuerdos de mi adolescencia. Y a pesar de llegar a una gran ciudad, jamás hice comparación alguna con mi pequeña y fronteriza Reynosa, más bien empecé a asimilar la vida en esta metrópoli llena de gente de diversas regiones del país y del mundo, de nacionalidades e idiomas extranjeros, y por supuesto de vehículos por doquier.

Después de muchos años de estudios y labores profesionales en diversas ciudades del país, regreso a mi querida ciudad, con grandes ilusiones de establecerme, de ser protagonista y emprender mi propia empresa. ¡Oh, cuál sería mi sorpresa! Ya no era aquella pequeña ciudad que me alejé en 1967 con menos de 100 mil habitantes, era ya una ciudad que reclamaba un lugar preponderante de desarrollo industrial, comercial y agrícola en Tamaulipas.

Con una población superior a los 500 mil habitantes, Reynosa poseía una dinámica de crecimiento acelerada. Cada año llegaban más empresas de la industria maquiladora, y por ende más habitantes, y estos demandaba más vivienda y servicios, pero la autoridad fue rebasada para satisfacer dicha demanda.

Pronto llegamos al siglo XXI y la ciudad cada año se quedaba atrás, y aunque la autoridad haga esfuerzos sin importar el tamaño, en este momento el viejo Reynosa se encuentra abandonado en casi en su totalidad.

Las familias de antaño ya partieron a la casa del señor, los descendientes, unos ya viven en las nuevas colonias de la periferia, otros se quedaron en las ciudades a donde continuaron sus estudios universitarios, y unos muchos más en el Valle del sur de Texas.

En este año he recorrido “n” veces las calles desde el margen del Río Bravo hacia el sur hasta el canal Anzaldúa, y de oriente hasta el poniente donde el Libramiento Echevarría forma un circuito urbano de la ciudad. Y con mucha tristeza veo casa abandonadas, calles que ni en bicicleta es posible transitar, sin vida urbana, pues el comercio desapareció, el Mercado Zaragoza técnicamente en ruinas, el otrora hermoso y activo que por años generó grandes ingresos a la ciudad y empleo a borbotones en el centro turístico de la ciudad llamado Zona Rosa, deprimido.

Y siempre me pregunto, ¿cuándo tomaremos la iniciativa los reynosenses para rescatar estos espacios, que en el antaño generaron riqueza a nuestra ciudad? Y no solo refiero a la voluntad de la autoridad municipal, sino a la apatía de sociedad inversionista de Reynosa también. ¿Cuándo podrán ponerse a trabajar por una ciudad bella, eficiente y generadora de riqueza social y cultural?

Reynosa tiene en su ser muchas ventajas competitivas, pongámonos a mover voluntades reynosenses, y dejemos el sofá de la desidia y la indolencia. Amémonosla un poquito por favor.

En la actualidad existen procesos que nos dotan de recursos y metodologías para recuperar esos espacios y convertirlos en polos de desarrollo urbano, moderno y productivo.

En el siguiente capítulo hablaremos de ello.

Por lo pronto, recorran el centro de la ciudad para que se motiven, dejen la comodidad del mundo moderno y seductor que existe en el poniente de la ciudad.

Hasta la vista amigos.