EDITORIAL
La entrega negociada de los sanguinarios criminales Ismael “El Mayo” Zambada y Joaquín Loera López, éste último hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, a las autoridades de los Estados Unidos, representa un duro golpe para el pueblo bueno y sabio de México.
Para los millones de mexicanos que gustan y disfrutan de la narcocultura, que gozan con las narconovelas, a los que les encantan los corridos “tumbados” e idolatran a ídolos de papel, como “Peso Pluma”, Natanael Cano, Junior H y muchos más; para los que se sienten “malosones” y “belicones”, para los “alucines” y para todo aquel que de alguna manera u otra hace apología del delito, representa toda una tragedia.
La DEA, agencia americana antidrogas, detuvo al “Mayo” Zambada en El Paso, Texas, pero fue una detención negociada.
Enfermo, con casi ochenta años de edad, será para el capo de la droga mexicano como pasar sus últimos días de vacaciones, con la mejor atención médica en instalaciones carcelarias de primer mundo.
La “entrega voluntaria” se está poniendo de moda. Apenas días antes se supo de otro cabecilla del narco que se presentó ante las autoridades del vecino país del norte y así, se espera que en los próximos días continúe esa tendencia, donde los viejos cabecillas buscan su “jubilación” para dejar paso a las nuevas generaciones.
En noticieros internacionales se habla de que la detención de “El Mayo” Zambada fue un triunfo para el actual presidente de Estados Unidos, Joe Biden y un golpe para el gobierno mexicano.
En redes sociales se han subido videos donde se asegura que la inteligencia norteamericana ha logrado ubicar a importantes objetivos y que en los siguientes meses habrá un operativo semejante al que en su tiempo ocurrió en Colombia con Pablo Escobar.
Por tal motivo, algunos de los capos prefieren negociar su rendición antes de seguir los pasos del tristemente célebre narcotraficante colombiano.
Sin lugar a dudas, la crisis del fentanilo obligó al gobierno de EEUU a actuar con más energía, porque su uso acaba con la vida de miles de jóvenes y adultos.
Es preferible que cada uno tenga su dosis diaria de marihuana y otras sustancias menos agresivas que morir con el cerebro hecho trizas o convertidos en zombies.