Reynosa, Tamaulipas. Una día por la mañana de hace cinco años, una joven ama de casa abordó su modesto auto compacto para llevar a su hija de seis años a la escuela primaria donde tomaba clases.
Apenas unos momentos después, al tomar la carretera que conecta al fraccionamiento Los Almendros con el resto de la ciudad, sintió un fuerte impacto en el costado de vehículo, provocado por un pesado tractocamión.
Lo que siguió, lo recuerda como entre sueños, pero al despertar se encontró con que el golpe había afectado la parte baja de la espalda y sus piernas, dejándola prácticamente incapacitada para caminar.
Desde entonces, ya no se pudo levantar. Las carencias económicas y luego el COVID-19 le impidieron avanzar en el proceso de rehabilitación. Su pareja, un taxista, solo la ayudó un año con los gastos de la casa y su tratamiento, pero después la abandonó para no volver jamás.
Con dos niños pequeños, Kevin Alexander, que apenas ayer cumplió 7 años y su hermana Yamileth, de 11, vende ropa que le regalan personas caritativas de donde saca para pagar la renta de la casa, la luz, el agua, el transporte escolar y ahora al arrancar las inscripciones, la “cuota voluntaria” que le cobran en la escuela secundaria para matricular a su hija mayor.
Con todo eso encima, Claudia Yudith Álvarez Pacheco, de 35 años, no se amilana. Por el contrario, muestra una invencible determinación por sacar adelante a su familia.
Kevin aún no tiene edad para percatarse de la dura condición que están viviendo, pero su hermana ya refleja parte del sufrimiento y la amargura en su juvenil rostro.
LLEGA LA AYUDA
Gracias a un representante médico, Martín Meneses, fue que el Titular de la Oficina Regional de la Comisión Estatal Contra Riesgos Sanitarios (COEPRIS), Dr. Juan Noé López Soto se dio cuenta de la estrujante situación de esa familia.
A iniciativa de un grupo de personas que laboran en la misma dependencia, con el apoyo del Gobernador del Estado, Américo Villarreal Anaya, del Secretario de Salud de Tamaulipas, Dr. Vicente Hernández Navarro y del Jefe de COEPRIS estatal, Dr. Alberto Moctezuma Castillo, les llevaron varios productos que servirán para aligerar un poco la pesada carga de Claudia Yudith y sus hijos: Un horno de microondas, una licuadora, una pantalla plana, un escritorio pequeño para que los niños puedan hacer sus tareas, varios productos de despensa y lo más importante, una cama de hospital-donada por autoridades estatales a través de COEPRIS- para que pueda incorporarse sin esfuerzo.
La joven madre pidió el apoyo de los funcionarios para que mediante su gestión, se puedan obtener becas para la educación de sus hijos y que el CRI pueda ayudarle con su rehabilitación, ya que hasta antes de la pandemia tenía que pagar 60 pesos por sesión en una institución privada, más el costo del traslado era de 300 pesos, ida y vuelta.
También el arreglo de su viejo refrigerador, que apenas la semana pasada dejó de funcionar y es donde mantiene frescos los escasos alimentos que algunos vecinos de buen corazón le llevan de vez en cuando.
EL VALOR DE UNA MADRE
Para el doctor López Soto y personal que lo acompañó en esta visita, es admirable el valor de esta madre de familia que debe permanecer acostada en una desvencijada cama la mayor parte del tiempo, enmedio de una apabullante pobreza y luchando para obtener el mínimo ingreso para subsistir.
Por el peso de su cuerpo y la dureza de la cama, se le han formado dolorosas ampollas en la espalda, mismas que tienen que tratarse con un producto que le regalan el representante médico Martín Meneses y su familia.
La calle Circuito Samia, del fraccionamiento Los Almendros es el escenario de este drama de la vida real.
¿Qué pasará con Claudia y sus pequeños hijos? Si alguna institución la apoya en la rehabilitación, pronto podrá levantarse y usar la silla de ruedas que permanece junto a su cama. Eventualmente, si sus piernas y columna responden, podría llegar a caminar-de acuerdo con su propio diagnóstico.
“Así me quedaron, no puedo estirar mis pies ni nada, y cuando me siento en la silla de ruedas, quedo toda chueca. No puedo caminar, pero trato de vender la ropa que me traen; le echo ganas para salir adelante. Yo tengo movilidad. Si usted me pellizca, yo siento, pero no puedo estirarlas ahorita, porque me quedé engarrotada. Pienso que si tomo terapia, ahora sí voy a caminar”,-dijo esperanzada.
Aparte de las necesidades materiales, la joven madre requiere de apoyo legal, porque el padre de los niños simplemente se desentendió de ellos y no se sabe su paradero.
De acuerdo con la ley, el padre está obligado a pagar pensión alimenticia si sus hijos son menores de edad.
López Soto y el resto se retiraron de aquella humilde vivienda, con un amargo sentimiento, porque como Claudia existen muchas madres de familia que viven con sus hijos en el abandono y la pobreza extrema.
“Por instrucciones del Gobernador, del Secretario de Salud y del Comisionado, a través de COPRIS, se le seguirán brindando los apoyos necesarios para su rehabilitación y becas para sus pequeños hijos”,-aseguró.