Por Jerry Zu
Reynosa, Tamaulipas. El mezquite, ese humilde árbol que todos hemos visto alguna vez en algún solar baldío, en un monte o a la orilla de la carretera, es endémico de las zonas semidesérticas del país.
La Unión Agrícola Regional del Norte de Tamaulipas quiso hacer un homenaje a esta especie que, por ser tan común y ordinaria en nuestras vidas, muchas veces no le damos la importancia que merece.
“Árboles originarios de las zonas secas y semidesérticas de México, son de suma importancia por sus beneficios. Fijan el nitrógeno en la tierra, buscan la humedad en el subsuelo, dan sombra, se usan como barreras rompevientos, se siembran en las reforestaciones, utilizan poca agua, sirven como forraje para los animales, atraen los insectos para polinizar. Cuando florean, los moscos de colmena, las “abejas” recolectan miel de la mejor calidad. Sus semillas son comestibles y tienen un alto contenido de carbohidratos y proteínas, lisina, calcio, magnesio, hierro y zink. Alimento: En preparación de atole y gorditas y empanadas”.
La palabra “mezquite” viene del náhuatl mizquitl. Es una planta leguminosa del género Prosopis. Se encuentra principalmente en las zonas áridas y semiáridas de México, abarcando el centro-sur del país, donde su abundancia da nombre a regiones, entre las que se encuentran el Valle del Mezquital, en el Estado de Hidalgo. Abundan especialmente en Estados como Jalisco, Zacatecas, Aguascalientes y en la Zona Altiplano de San Luis Potosí, donde son considerados el árbol oficial. Su distribución se extiende por todo el norte del país y abarca hasta el sur de Estados Unidos, en Texas, el sudoeste de Kansas y del sudeste de California al sudoeste de Utah y el límite su del desierto de Sonora.
Aparte del valor nutritivo de sus vainas, el mezquite aporta una leña dura que se usa para fabricar muebles o como combustible.
En el norte del país, también se utiliza para ahumar carne, a la cual aporta un distintivo sabor.