EDITORIAL
¿Desde cuándo los sirvientes dan órdenes a los patrones?
Los servidores públicos son eso: Servidores. Sirven. Son útiles para sus empleadores, que somos todos nosotros: El Pueblo. Son nuestros gatos, famullos, criados, mucamos, domésticos, asistentes, mozos, pajes o lacayos. Les pagamos para eso y muy bien pagados.
Entonces, ¿cómo es posible que nos digan lo que tenemos que hacer, como si fuera el mundo del revés?
Y ya lo vimos con el Pejidente: Llegó doña Ceci, representante de las madres buscadoras de Chihuahua, a entregarle la pala de mando y #YaSabenQuien contestó: “Que la deje ahí afuerita”.
Ahora, con el tema de Ayotzinapa, no se dignará a entrevistarse con los padres y madres si no es solos y en lo oscurito.
“Que no vengan con abogados ni con los de Derechos Humanos”,-sentenció nuestro gato y la posible entrevista se vino para abajo porque, naturalmente, los interesados temen una chicanada.
ALMO, nuestro Pejidente, es como “La Criada Bien Criada”, serie protagonizada en los setenta por la diva María Victoria.
Inocencia de la Concepción de Lourdes Escarabarzaleta de la Barquera y Dávalos Pandeada Derecha Escarabadorcita y Terrón era una sirvienta que llegaba a una casa ricachona, siempre con dos parásitos, que eran “Tachito” y “Motorcito”.
Estos buenos para nada le hacían la vida imposible, pero eran quienes más hacían reír a los televidentes de aquella época.
“La Criada Bien Criada” era la que mandaba en la casa, a pesar de los berrinches que hacían los patrones, porque era difícil encontrar mucamas en la capital del país.
Y cada que exigía algo y no se lo querían dar o había resistencia, amenazaba con irse diciendo: “Es que aquí no me jallo”, lo que inmediatamente provocaba que los dueños de la mansión doblaran las manitas.
Así, pues, nuestro famullo se pone sus moños. “El Criado Bien Criado”, que además, vive en un palacio, cuando la mayoría de sus patrones vivimos en un tecurucho de mala muerte o palomeras del INFONAVIT, se da el lujo de decirnos qué es lo que debemos hacer nosotros, sus empleadores.
Lo dicho: El mundo del revés.