Por Jesús Rivera
Reynosa, Tamaulipas. Hacinados en los albergues, vagando por las calles, acechados por las enfermedades respiratorias y un atenazante frío, las condiciones de los migrantes en la frontera norte del país son dramáticas.
En esta ciudad limítrofe con el sur de Texas, casi 10 mil extranjeros que vienen huyendo de la pobreza extrema, la violencia y la guerra, tienen que acostumbrarse a vivir en condiciones infrahumanas.
En un recorrido de Pegaso.press, se pudo apreciar de cerca la problemática migratoria, agudizada por temperaturas bajo cero
Hombres, mujeres y niños que duermen casi a la intemperie, con hules, cartones y cobijas a modo de paredes y techo, con el viento que se cuela por las rendijas y cala hasta los huesos.
Cerca del albergue Senda de Vida, se improvisaron dos pequeños campamentos.
En uno de ellos, una familia de refugiados guatemaltecos encendieron una hoguera para calentarse y preparar un frugal alimento
Más al poniente está el albergue Senda de Vida II, completamente bardeado.
A unos cien metros de éste, a la orilla del río Bravo, hay un tercer refugio que se ha dado en llamar Senda de Vida III, dónde miles de personas de origen haitiano y centroamericano sobreviven en condiciones aún más precarias.
Por dónde quiera se ven hogueras, que calientan las manos y caras morenas. Se escuchan llantos de niños, posiblemente enfermos.
Mientras tanto, un helicóptero de la Patrulla Fronteriza sobrevuela el campamento a distancia prudente
El invierno norestense será una dura prueba para todos los migrantes que aún esperan se acepte su solicitud de asilo humanitario en los Estados Unidos.