Por Jesús Rivera
Reynosa, Tamaulipas. Causó revuelo la representación de “La Última Cena de Jesús”, de Leonardo Da Vinci, que hizo en París, Francia, un grupo de “Drags Queen” durante la apertura de las Olimpiadas.
En la escena se ve a personas en distintas posiciones, colocadas a ambos lados de una mujer obesa que hace con las manos el símbolo del corazón, con una especie de esfera radiada que los católicos interpretaron como la corona de espinas.
El titular de la Iglesia de Guadalupe, José Luis Cerra Luna, reaccionó en su espacio personal de Facebook denominado “Blog ocasional de un párroco”.
Aquí se reproduce el contenido del escrito que Cerra Luna tituló: “Somos diversos, pero todos cabemos (París 2024):
La diversidad y la inclusión son valores de nuestra generación que debemos seguir reflexionando y viviendo de una manera cada vez más madura; por lo pronto, son valores que debemos vivir con respeto; justamente el respeto tendría que ser una de sus características esenciales. Somos distintos, pero todos cabemos. Muchos grupos que se perciben o son diversos, con toda justicia exigen, demandan respeto, lo cual es muy correcto; podemos estar o no de acuerdo con distintos modos de ser, de expresarse, de existir, pero a todos nos obliga el respeto y todos merecemos respeto; solo así podemos ser distintos, solo así podemos caber.
En muchos sectores de la población, en todas partes, el cristianismo pareciera que se está convirtiendo en una minoría, por las razones que sean; pero pareciera también que muchos que demandan respeto para sí mismos, no están dispuestos a respetar a la minoría cristiana, sus valores, sus expresiones; pareciera que el cristianismo es algo de lo que sí es posible burlarse, faltar al respeto, invalidar prejuiciosamente.
La ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos estuvo espectacular, en muchos sentidos la más original y una de las que más he disfrutado; no es posible descalificarla sólo por uno de sus cuadros, el de la famosa última cena, escenificada por un grupo de personas drag y acompañada inexplicablemente por Baco; sin embargo, dado que precisamente la ceremonia enarboló la bandera de la diversidad y de la inclusión, resulta contradictorio que se haya hecho parodia, no del fresco de Da Vinci, sino de un valor fundamental para los católicos: de Jesús y sus apóstoles, de la institución de la Eucaristía.
No quiero imaginar las reacciones si un grupo de católicos hiciéramos mofa de la expresión drag, expresión que a muchos católicos confunde y no entienden del todo, pero que merece nuestro respeto, respeto que también los católicos demandamos. No es raro que personas drag hagan representaciones burlonas de expresiones religiosas, específicamente católicas, eso no debe ser; sí, en muchos ambientes somos minoría, pero queremos que nuestra diversidad sea también incluida, respetada. Somos diversos, pero todos cabemos.