EDITORIAL
Parafraseando al ex gobernador de Tamaulipas de muy triste memoria, Francisco García Cabeza de Vaca que decía de los priístas durante su campaña política: “De que se van, ¡se van!”
El Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, dijo que dentro de diez meses se va a jubilar y se va a retirar de la política.
“Me retiro por completo. Ya no voy a participar en nada”,-dijo en su mañanera.
“Ni voy a ir a congresos, ni voy a aceptar ningún cargo de ningún tipo en México o en el extranjero, ni voy a mandar mensajes por redes sociales, ni voy a hacer ninguna declaración. No voy a volver a opinar en nada. En diez meses ya me voy a Palenque”,-comunicó.
La quinta de 13 mil metros cuadrados, cuyo nombre es “La Chingada” será su Elba, donde se dedicará a escribir libros que versarán sobre el pensamiento de los pueblos prehispánicos.
El anuncio, que fue recibido con escepticismo por sus detractores, fue visto y escuchado por millones de personas.
Hay quienes dicen que, conociendo al político tabasqueño, será difícil que este se mantenga lejos de los reflectores y que se resista a la tentación de estar interviniendo en las decisiones de quien seguramente será su sucesora en la Presidencia de la República, como en su tiempo lo hizo Plutarco Elías Calles, quien pasó a la historia como “El Jefe Máximo de la Revolución”.
Un maximato sería, en estos tiempos, lo peor que pudiera ocurrirle al país.