EDITORIAL
La Ley Electoral Federal y la del Estado de Tamaulipas determinan una cuota de género, lo que significa que al menos la mitad de las candidaturas corresponden a mujeres y la otra mitad a hombres.
Ya sabemos que en la práctica esto tiene diversos matices, ya que los puestos de elección más importantes son capitalizados por los varones y a las mujeres les dejan las sobras; y aún así, se cumple con la condición de la paridad de género.
Esto viene a cuento porque en esta misma semana se determinará en el partido MORENA si el próximo candidato/a será hombre o mujer.
Si es hombre, seguro será Rodolfo González Valderrama, el aspirante preferido del Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Si es mujer, será Maki Ortiz.
Siendo seis las entidades donde habrá elecciones el año próximo, tres corresponden a mujeres y tres a hombres. Aritmética simple.
Sin embargo, hay quienes consideran que aún la cuota de género tiene algo de misógino porque implica una graciosa concesión de los varones hacia el llamado sexo débil.
Hay que recordar que durante mucho, mucho tiempo, el poder en México y el resto del mundo ha estado en manos de los hombres, porque nuestra sociedad sigue siendo machista.
Entonces, la llamada “cuota de género” o “paridad de género” representa una dádiva hacia el sexo femenino, gracias a la presión que ellas han ejercido a nivel legislativo, pero siempre de los siempres, con el permiso de los varones.
Entonces, ya definido que no se trata de un derecho, sino de una concesión, sería prudente y necesario que la “cuota de género” desaparezca del diccionario político mexicano y se sustituya por la de “cuota de mérito”.
Aquel o aquella que tenga más méritos, debe ser postulado/a para puestos de elección popular, sin importar el porcentaje de hombres o mujeres.
De esa manera quedaría zanjado el camino para que no solo tres, sino cuatro damas, o las que tengan los mérito suficientes puedan ser candidatas a gobernadoras en Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas.
La meritocracia garantiza que solo los más capaces,-nuevamente sin importar si se es hombre o mujer- alcancen los puestos políticos donde se toman las decisiones más importantes.
En ese sentido, si solo tomamos en cuenta a la persona y no al género, la ex alcaldesa de Reynosa, Maki Ortiz Domínguez posee un brillante currículum que ninguno de los otros seis aspirantes de MORENA tiene.
Pero además, es la enemiga natural del Gobernador Cabeza de Vaca, quien ejerció sobre ella un constante bullying político, sin lograr hacer mella en su Administración.
Durante los seis años que estuvo al frente, siempre le ganó la delantera al arbitrario y falaz gobernante, quien no dudó en usar la fuerza de las instituciones para tratar de descarrilar al Gobierno que encabezó Maki Ortiz del 2016 al 2021.
Y lo mismo aplica para los demás partidos.
El PAN, por ejemplo, ni siquiera ha considerado que en Tamaulipas pueda postularse a una mujer para gobernadora en el 2022, y menos en el PRI, en Movimiento Ciudadano, en el Verde o en el PRD.
Al menos MORENA incluyó a dos damas en la lista, aunque solo sea para cubrirle el ojo al macho.