Ciudad Victoria, Tamaulipas. La Unidad Académica Multidisciplinaria Reynosa-Aztlán (UAMRA) de la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT) impartió la conferencia virtual “Una carrera en dolor: exploración, resistencia y colaboración”, como parte del Segundo Congreso Internacional de la Carrera de Químico Farmacéutico Biólogo (QFB), que se enmarcó en las actividades de la XXI Semana Académica de QFB.
El tema fue impartido por el Dr. Alfonso Romero Sandoval, experto en neurociencia por la Universidad de Alcalá, España, e investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad de Wake Forest de North Carolina del Norte, Estados Unidos.
En su intervención, el Dr. Alfonso Romero, quien colabora en el Cuerpo Académico de Ciencias de la Salud de la UAT, compartió a estudiantes de la UAT su trabajo en materia de farmacología, donde ha tratado de encontrar un medicamento eficaz y seguro que ayude a las personas que padecen algún tipo de dolor.
“Mi investigación ha sido en las últimas dos décadas sobre las formas de tratar o manejar el dolor, ya sea por medio de fármacos o por medio de terapias génicas”, dijo, tras señalar que, por ciento veinte, el desarrollar un proyecto siguiendo un paradigma establecido no le ha dado buenos resultados a la industria farmacéutica.
“El paradigma de la ciencia toma ese conocimiento histórico de las comunidades, lo estudia para saber si son efectivos y seguros para generar medicamentos y tratar las enfermedades”, agregó.
Explicó que su objetivo era encontrar un tratamiento novedoso para el dolor crónico, un medicamento que fuera más efectivo y más seguro que los fármacos actuales, pues a la fecha no existe un tratamiento que sea completamente efectivo ni completamente seguro para manejar el dolor crónico.
“Los tratamientos actuales no fueron diseñados para tratar el dolor, fueron diseñados para otro tipo de enfermedades. Son anticonvulsivos o antidepresivos, que son los que mejor efecto tienen, pero no tienen un efecto completo, son efectivos en el 30% de los pacientes y el efecto que tienen es mínimo”, añadió.
Así, el propósito de su trabajo es encontrar formas de alterar la función que se interpreta como dolor mediante la modulación de la función de células no neuronales; en este caso, el sistema inmunológico que interactúa con el sistema nervioso para generar señales nerviosas que se interpretan como dolor.
Explicó que, al reducir esta función, dejaría intacta las otras funciones neuronales vitales para el ser humano, de tal manera que, en teoría, se tendría un medicamento que redujera el dolor sin producir los efectos secundarios psicotrópicos o neurológicos que tienen los tratamientos actuales.
Puntualizó que, a la fecha, solo se ha descubierto un fármaco efectivo para tratar el dolor, “pero luego, no hemos descubierto ni un solo fármaco que trate el dolor desde la aspirina”.
Sostuvo que no tiene caso seguir usando el mismo paradigma si se sabe que va a fallar: “Llevamos ciento veinte años siguiendo esta metodología y no funciona”.
“Entonces —explicó—, propusimos probar el conocimiento de las comunidades respecto a las plantas en un grupo de personas de forma científica y no anecdótica, para tener datos que consoliden este tipo de investigación”.
“Crear moléculas sintéticas con mejores propiedades farmacológicas y probarlos en una especie que se parezca más al ser humano, y puede que la traslación a la clínica sea más exitosa”, concluyó.