Por Jesús Rivera
Reynosa, Tamaulipas. Uno no puede más que comparar a los droneros con un niño que ha recibido un flamante juguete nuevo.
Encienden la consola de mando, elevan el pequeño aparato y empiezan a tomar fotografías panorámicas que envidiaría cualquier fotógrafo profesional (bueno, no es para tanto).
El avance de la tecnología nos ha permitido tomar instantáneas de difícil acceso tanto para el fotógrafo de a pie como para los que solían utilizar helicópteros o aviones.
Hoy en día, adquirir un dron requiere solo de una inversión de entre 15 mil y 25 mil, dependiendo la marca, calidad y prestaciones, para iniciarse en esta apasionante actividad.
Ayer sábado por la tarde se volvieron a reunir un grupo de personas aficionadas a la toma de fotos aéreas.
Se dieron cita en el extremo sur del malecón del Parque Cultural.
Ahí, el promotor de este grupo, que podría pronto formalizarse como un Club de Droneros, Martín Cavazos Benavides, explicó que la idea es mostrar a Reynosa en forma diferente, no solo el rostro de la violencia, sino también la belleza que se puede encontrar en sus paisajes naturales o en sus rincones urbanos.
Expresó que existen regulaciones de aeronática plasmadas en la Norma Oficial Mexicana de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (NOM-107-SCT3-2019) que establece los lineamientos para operar un sistema de aeronave pilotada a distancia (RPAS) en el espacio aéreo mexicano.
Esto es, para evitar que los drones puedan interferir en las rutas aéreas, en instalaciones militares o en sitios arqueológicos.
Está prohibido, entre otras cosas, el uso de drones sobre multitudes, como normalmente ocurre en eventos políticos o deportivos,-aseguró Cavazos.
Ahí, en el Parque Cultural, cerca del edificio, la altura máxima permitida es de 60 metros. Un poco más hacia el sur, es de hasta 150 metros y en sitios sin tráfico aéreo, hasta 500 metros.
El mismo sistema operativo del dron impide que sobrepase esas alturas. En la pantalla de la consola se pude ver, incluso, la ruta de los aviones, con la figurita de la aeronave que va cruzando la parte del espacio en tiempo real, además de las áreas donde sí es posible volar uno de estos aparatos y dónde está totalmente restringido.
Para este grupo de personas, volar un dron es un hobby, algo parecido a una adicción, porque les produce una intensa emoción tomar bellas fotos del atardecer, o de lugares de difícil acceso para una cámara común y corriente.
Además, gracias a los adelantos en óptica, es posible que se cuente con cámaras de alta resolución, de 48 o más megapixeles.
“La mayor satisfacción-asegura Martín Cavazos- es que nos digan: “¡Qué bonita foto!” Lo hacemos con mucho gusto y sí, se siente bonito.
Gracias a las fotos que ha tomado con su dron, ha podido mostrar la cara inédita de Reynosa mediante su página de Facebook Reynosa al Aire, de la cual es Administrador.
Ayer tarde, por ejemplo, esperaban la oportunidad de tomar un hermoso atardecer, con las nubes como marco y los dorados rayos del sol filtrándose entre ellas.
No fue posible, pero igualmente pudieron deleitarse con el magnífico espectáculo del colorido Centro Cultural asomándose a lo lejos, siguiendo la línea del malecón.
Pero no solo la tecnología de drones ha llegado a límites que nos sorprenden. Uno de los droneros sacó un bastón giratorio en cuyo extremo había una pequeña camarita fotográfica. Se colocó en el centro con el resto de los participantes y empezó a dar vueltas sobre su cabeza.
El resultado que se obtuvo fue espectacular: Un video de 360 grados teniendo como fondo el escenario de la laguna La Escondida.
Aunque la invención de los vehículos aéreos no tripulados data de varias décadas atrás, cuando el ejército norteamericano los empezó a usar en acciones de reconocimiento en confrontaciones bélicas como la de Afganistán, su uso civil es más reciente.
La miniaturización de los sistemas ópticos y la tecnología de control remoto, así como la durabilidad de las baterías permite que cada vez se haga más popular su uso entre los aficionados a la fotografía.
Es así como en el 2021, en plena pandemia, Martín Cavazos se hizo de su primer dron, el cual utilizó para tomar fotografías aéreas de sitios interesantes de Reynosa, como la laguna, las plazas y edificios públicos, los puentes sobre el canal Anzaldúas y los bellos atardeceres.