BAILANDO BAJO LA TORMENTA
Por Joaquin Olea
Alguna vez, un conocido inversionista marítimo, cuestionado por el ajustador de una compañía aseguradora sobre porque sus barcos sufrían tantos accidentes en alta mar, respondió: “un barco solo está seguro cuando se encuentra anclado en la costa…pero esta no es la razón para la que fue construido”
“Un barco fue construido para navegar en alta mar, y el mar es un lugar impredecible. Hoy puede estar tranquilo, pero mañana puede estar azotado por una fuerte tormenta. Por un peligroso huracán. Es en esos momentos cuando el barco pondrá a prueba la consistencia de su construcción”
El 02 de junio de 2024 los mexicanos participamos en el evento electoral más importante de nuestra nación: La elección de un presidente. Por primera vez en la historia política de nuestro país elegimos una mujer con el consenso histórico de la abrumadora mayoría electoral. Pero no la elegimos para que como los capitanes anteriores anclara el barco en las costas de la corrupción y la impunidad, y que sin atreverse a navegar en aguas laberínticas llevara el barco a hundirse en los mares del cinismo, la hipocresía, la simulación y la mentira.
Sabemos que este barco en el que ahora navegamos está sometido a numerosas tormentas, a indescriptibles ciclones, a fuertes vendavales. Pero tenemos la esperanza de haber elegido el capitán adecuado. La Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, como Perseo, aquel valiente personaje de la mitología griega, aún puede decidirse a enfrentar la Medusa de la corrupción, los monstruos de la impunidad, el nepotismo, la inseguridad y la falta de transparencia que el presidente inmediato anterior le heredo.
¡Tenemos barco, tenemos un capitán que elegimos por 6 años, -sin ociosas, polarizantes y desgastantes revocaciones de mandato-, y tenemos tripulación!
La tripulación somos nosotros, los ciudadanos, los electores, los que viajamos en esta embarcación navegando hacia un más promisorio futuro democrático.
Portémonos a la altura y estemos firmes para defender nuestra embarcación y nuestras instituciones.
Estamos en el punto de no retorno. Es nuestra última oportunidad histórica para transformar a México. Pero no lo vamos a lograr con llamamientos al odio, a la confrontación, a la violación de nuestros preceptos constitucionales. A la destrucción de nuestras instituciones democráticas.
Es Navidad. Tiempo de amor y de reflexión. Ojala que el espíritu navideño llegue a aquellos que más lo necesitan. Que desde hace tiempo lo han olvidado: los actuales gobernantes mexicanos.
Después de todo, los mexicanos estamos acostumbrados a bailar bajo la lluvia.
De mi parte, les deseo como siempre lo mejor que esta vida pueda ofrecer.
¡Feliz Navidad y mejor año nuevo!