Dirección General: Jesús Rivera Zúñiga

Columnista Invitado

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(Tomada del muro de Enrique Salazar Peralta). 

El estilo de Gobernanza de Cavazos Lerma

En Tamaulipas, cada sexenio impulsa un nuevo tipo de cacicazgo, la vida política ligada a compadrazgos y las prebendas, la administración pública costosa y la gobernanza con sus métodos autoritarios de control social: es el reflejo condicionado de Pavlov, apareando palizas con el silencio y la invisibilidad y sus -formas de enajenación: la rumorología al “sospechosismo”, pasando por las “fake News” y la “postverdad”, los medios de comunicación mediatizados.

La entidad con una legislación y legislaturas a modo del gobierno, un aparato de justicia lento y elitista no representa a los ciudadanos sino a los intereses preponderantes. Están lejos de cumplir con las demandas ciudadanas, superar los problemas ancestrales y ejercer democráticamente la función ejecutiva.

Un caso ejemplar es la gestión de Enrique Cárdenas González, a la que Solorio (1997) califica de perniciosa para el sistema político tamaulipeco y nocivo para el despliegue de la vida democrática de la entidad: fomentó el porrismo en la Universidad Autónoma de Tamaulipas; enriqueció a familiares y amistades, encarceló a dirigentes cívicos y reprimió a líderes campesinos; corrompió a las organizaciones sociales. Los adjetivos de pernicioso y nocivo, no lo absolutiza Cárdenas González sino la comparte con la mayoría de los exgobernadores del bloque histórico con alguna honrosa excepción.

Un ejemplo es Manuel Cavazos Lerma, en 1994, manipuló los elementos religiosos, construyó altares a la Virgen de Guadalupe en las afueras de las ciudades, pueblos, ejidos con los logotipos de Solidaridad y del PRI. El voto de los tamaulipecos fue orientado por los colores patrios y la fe mayoritaria. Ese “tropismo” del poder que mueve a las masas de forma inconsciente. Sigue la idea del reflejo condicionado de Pavlov, el conductismo de Watson, y la modificación de conducta de Skinner.

El gobierno del estado de 1993 a 1999 fue de naturaleza mesiánica, las tradiciones esotéricas milenarias se conjuntaron con la Nueva Era, pregonó una conciencia planetaria, el agnosticismo donde la salvación y la sanidad espiritual se logra mediante experiencias de iluminación. Se capacitó a los servidores públicos en la meditación trascendental. Floreció la curación psíquica, la numerología, la astrología, las pirámides y cristales de cuarzo, etc.. El discurso oficial como la simbolización del régimen se orientó a crear una “nueva realidad”, el “despertar de las conciencias”, “la realización personal”, “la conciencia cósmica”, “los valores del humanismo”, “el nuevo orden mundial”, “el nuevo paradigma”, “la transformación”, se promovió la calidad total en lo administrativo para crear el “Nuevo Tamaulipas”. También florecieron las antiguas y groseras supersticiones como la brujería y el culto a la Santa Muerte.

La antropóloga María Douglas (1978) : “En un sistema social que cree en la brujería. En el seno de esta sociedad…el cuerpo político se caracteriza por unos límites externos claros y definidos y un estado interior de gran confusión. La envidia y el favoritismo florecen y se confunden continuamente las aspiraciones de los miembros del grupo.”

Un factor de amargura es la inserción de cómplices de la delincuencia organizada en las instituciones de procuración de justicia y policiales, una herencia maldita que trasciende los gobiernos, desencadenando el clima social de terror.