Dirección General: Jesús Rivera Zúñiga

Columnista Invitado

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Por Lic. Bolívar Hernández Garza


Por diferentes razones, hace bastante tiempo no me hago presente con algún comentario o participación en éstas vías de comunicación.
Tuve la intención de hacerlo ante tantos temas, como la singular elección gubernamental y la tan comentada fase de transición, esto a nivel estatal; en lo municipal también existe material, como la dificultad en la circulación por aproximadamente tres meses, en el Boulevard Hidalgo, que junto con el Boulevard del Maestro, son las únicas vialidades que desfogan el tráfico hacia la carretera a Monterrey; también en lo municipal, existen otros muchos temas que pueden corregirse sin gran inversión económica, pero sí con mucha participación de la ciudadanía, tales como el uso de las calles, la forma de estacionar nuestros vehículos en las aceras citadinas, y muchos, muchos otros temas que ocuparían un enorme espacio y que debemos comentarlos en su oportunidad y procurar su solución. En materia federal, los temas son demasiados y de ellos se ocupan los medios tradicionales y los ciudadanos empleando las redes sociales.
Pero estamos en Septiembre, en vísperas de la celebración del inicio de la lucha por nuestra independencia; vivimos en la esquina noreste de la patria, donde empieza una cultura en la que compartimos idioma, religión y costumbres; somos vecinos de la nación más poderosa del planeta; además, tenemos dos años y medio padeciendo un problema de salud de carácter universal, que nunca imaginamos que pudiera presentarse.
Con esos antecedentes, me concretaré a narrar una anécdota que me proporcionó una lección de civismo, de respeto para con mis semejantes, de patriotismo.
Era un sábado, en el verano de hace poco más de medio siglo, se iniciaba la posibilidad de captar en los televisores, los canales de la Ciudad de México, esto en las poblaciones Del Valle del Río Grande; ese día se efectuaba una pelea de box, de campeonato mundial en la que uno de los contendientes era mexicano, no recuerdo el nombre del pugilista; éramos veinteañeros, solteros, iniciábamos nuestra actividad profesional, es decir, pretendíamos comernos el mundo a pedazos; alguien de los amigos nos entusiasma para ir a ver la pelea a Mc Allen, en una cantina que contaba con un televisor grande. Cabe aclarar que no existía entonces el exceso de tráfico que ahora sufrimos para cruzar a EUA.
Pues bien, en el coche de uno de los amigos nos trasladamos “al otro lado”, recuerdo que la cantina se llamaba “Mundo “ y estaba en el sector mexicano, en el rumbo que comprenden la calle 23, Main, Jackson, y lo que ahora es la súper carretera o express way; era un lugar sencillo, limpio y con un televisor de muy amplia pantalla, estaba lleno y todos los asistentes éramos mexicanos.
Va a iniciar la pelea principal, suben los contendientes al ring y da comienzo la ceremonia con la entonación de los himnos; a la hora que corresponde escuchar el nuestro, se pone de pie un parroquiano de aproximadamente 40 años, de vestimenta sencilla, quien con una voz grave y muy sonora dice: “ SI ERES MEXICANO, DE PIÉ “….Ahí nos tienen a todos de pie en posición de “firmes” y entonando quizá sin afinación, pero sí con mucho fervor y entusiasmo nuestro hermoso himno nacional.
Fue una extraordinaria experiencia que ocupa un lugar especial en mi memoria, la comparto ahora con ustedes y le agradezco siempre a ese señor, tan importante y hermosa lección. Que orgullo ser mexicano!!! 🇲🇽 
(Texto tomado de la página de Facebook del licenciado Bolívar Hernández Garza).