Por Lic. Nicolás Martínez Cerda, abogado constitucionalista
DE LA “POBREZA FRANCISCANA” Y LOS DECRETOS.
A los ilustres juristas: José Carlos Guerra Aguilera y Ricardo Franco Guzmán, asesores de CNDH en la época del doctor Jorge Carpizo.
Comenzó con la austeridad, realizando los proyectos más grandes hasta la fecha, y ahora sale con la “pobreza franciscana”. Olvidando que Filangeri decía “que el Estado no puede pedir a los dioses el heroísmo, ni mártires a la fe”, bien dicho, pues el Estado tiene sus límites al orden de la necesidad; de la razón y del decoro. El Presidente Andrés Manuel López Obrador ahora, con la “pobreza franciscana” pretende crear un miedo colectivo de qué México es un pueblo pobre, y ello con todos sus peligros, haciendo creer que el pueblo está al borde de la miseria; mientras, en defensa de su mega obra del tren maya la declara bien nacional sin ninguna facultad que lo autorice; pues corresponde dicha declaración al Congreso, en base a determinados requisitos, por lo que es impugnable a través del juicio amparo, con la concesión de la suspensión provisional.
Por eso Chateabriand, hablo del “silencio de la abyección”. Quevedo, también en relación con el silencio dijo: “(…) pues dicen que por callar a nadie se hizo proceso”.
El pueblo mexicano, no acepta la pobreza franciscana, frente a los grandes proyectos de la llamada cuarta transformación; si bien en la época del gran presidente Juárez hubo austeridad, fue justificada y la Suprema Corte exigió que se colocará en primer lugar; pero en los actuales tiempos hay presupuesto fijado por el Congreso; por lo que el pueblo de México no acepta su pobreza franciscana o que más bien, es un abuso del poder, que suplanta los mandatos de la ley suprema y las determinaciones del Congreso conforme las leyes respectivas.
En consecuencia, el presidente Andrés Manuel López Obrador yerra, obligándonos al “mérito de la fe”, pensando que a los gobernados nos falta la hombría y entereza necesaria para señalar y enfrentarnos a sus caprichos personales obligándonos al heroísmo franciscano.
Esa es una demagogia pura, que llega a lo paranoico y continúa el montón de terribles errores, como el decretar (con argucias) que la Guardia Nacional se incorpora a la Sedena: su ya integración de la Guardia Nacional de militares y marinos es un absurdo, militarizar contraviene el espíritu de la Carta Magna y a toda nuestra historia desde el general José María Morelos y Pavón. Se le ha olvidado (o lo ignora) el presidente Andrés Manuel López Obrador lo que dijo José María Iglesias: “Sobre la Constitución nada, nadie sobre la Constitución”. Violación tras violación a la Carta Magna no hace un buen gobierno, más bien hace un porquerizo como diría Sancho Panza.
El citado decreto es monstruosamente inconstitucional, por violar los artículos 21 y 129 de la Carta Magna, aplicando la llamada “Ley Encaje” que es la resolución que al Presidente toma por lo que a él se le ha encajado en la cabeza, corroborada por sus brillantes asesores, verdaderos fulleros. Líbrenos DIOS con presidentes y asesores con decreto de encaje que demuestra la mala fe y falacia de sus marrullerías. La Ley Suprema no puede tirarse por la borda con decretos administrativos viciados de exceso de poder; que “que ni en Huetamo, ni en Pungarabato tendría validez este argumento” que camina por los carriles inconstitucionales y por el sendero del desprestigio de la cuarta transformación, pues los que lo justifican es que “saben lamer a sus tiempos” olvidándose de Morelos y Guerrero, “la Patria es primero.”
Ahora bien, si sus funcionarios se han sometido a los caprichos de su Presidente, los gobernados y los ciudadanos no podemos someternos a sus mandatos, pues nuestra historia es de lucha tras luchas, y nuestros padres formaron una República Democrática, integrando una sociedad de hombres libres y responsables, no una sociedad de rebaño de parias. No hace mucho tiempo recordé que Maquiavelo atribuye a Cosme de Medici el dicho de qué “Los estados no se gobiernan con Padres nuestros” lo que contradice el Presidente guiándose por conceptos religiosos; olvidando que el laicismo fue retirado por el presidente Juárez con la Leyes de Reforma y confirmándose por nuestras leyes Supremas de 1857 y 1917.