Por Jesús Rivera
Reynosa, Tamauipas. Por si no faltara algo para demostrar que el mundo está cada vez más loco, loco, ahora los habitantes de Ciudad Madero celebrarán el “Día del Marciano”, el próximo 29 de octubre.
La convocatoria que se ha hecho llegar a la población por vías oficiales, señala que ese día, a las 7:00 de la tarde, se llevará a cabo el evento en la Playa Miramar (Playa de los Gobernadores).
Se recomienda a los asistentes ir disfrazado de marciano o vestimenta de color verde.
Este festival, que pretende ser un atractivo turístico y una actividad de esparcimiento para los locales, es promovido por el Gobierno Municipal de Ciudad Madero.
Cabe señalar que durante muchos años, en virtud de que un porcentaje de los ciclones tropicales que amenazan la zona conurbada de Tampico-Madero-Altamira parecen desviarse de ese lugar, como si obedecieran a una fuerza extraña, las buenas personas que habitan en esa región de Tamaulipas se han dado a la creencia de que son los extraterrestres, alienígenas o marcianos los que desvían las tormentas.
El vulgo tiene como cierto que existe una base extraterrestre a unos cuantos kilómetros de la Playa Miramar, aguas adentro del Golfo de México y hasta hace poco se hizo una costosa producción de Netflix sobre este tema.
No obstante, los expertos en Climatología saben la razón del por qué se desvían algunos fenómenos tropicales: Los aburridos y prosaicos anticiclones.
Los vientos procedentes de la Sierra Madre Oriental, principalmente suelen actuar como barrera. Los vientos empujados hacia el este-noroeste por la fuerza de rotación de La Tierra, forman sistemas de baja presión que con el calor del océano, tomar fortaleza y se convierten en ciclones.
Ambas fuerzas interactúan en esa zona, desviando las tormentas más hacia el norte, rumbo a La Pesca, San Fernando y desembocadura del río Bravo.
De cualquier manera, si usted no tiene nada mejor que hacer o simplemente quiere divertirse un buen rato, lleve su disfraz de hombrecito cabezón, ojos saltones, antenitas y cuerpo esmirriado.
A final de cuentas, uno nunca sabe.