Por Pegaso
Resulta inaudito que, apenas estamos saliendo de una desgastante y muy cara elección, donde elegimos a un nuevo Presidente de la República, senadores, diputados federales, diputados locales y ayuntamientos, ¡y ya estamos prácticamente en otro proceso electoral!
El INE ya empieza a preparar su maquinaria para convocar a los candidatos y ciudadanos a acudir una vez más a las urnas, pero esta vez, para designar por voto popular a magistrados y jueces del Poder Judicial de la Federación.
Parece que, a pesar de los esfuerzos que hagan los actuales jueces fifís, ni el mismísimo Satanás va a detener la aplicación de la Reforma Judicial.
En el 2025 se hará una elección extraordinaria para renovar la mitad de los jueces en cada circuito judicial y el resto se elegirá en la elección federal ordinaria del 2027.
Si con todos los enredos que implica una elección ordinaria la gente se vuelve local, ¡imagínense con un nuevo proceso del cual no se sabe absolutamente nada!
A ver, ¿por quiénes vamos a votar?
Los personajes que se postulen para formar parte del Poder Judicial de la Federación, en todas las posiciones de mando, serán principalmente del partido en el gobierno, de MORENA quienes, por obvias razones, tendrán un triunfo arrollador.
Habrá miles, ¡qué digo miles!, cientos de miles que querrán participar por ese partido. Solo basta tener una licenciatura en derecho y ser medio populares para aspirar, porque ya no existe la carrera judicial.
La carrera judicial era el procedimiento por el cual un tinterillo podría aspirar a ser barrendero de una corte, luego pasar a ser cargamaletas de un juez, luego secretario, después encabezar un juzgado o un tribunal de circuito hasta llegar a ser parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y presidir ese órgano que hasta hace unos días era autónomo.
Ahora no. A partir del 2025, cualquier personaje que se sienta influencer podrá presentar su documentación e inscribirse como candidato ante el INE. No sé. Se me ocurre que nuestro buen amigo Fidel Rodríguez Mireles le va a entrar, o nuestro melifluo y grandilocuente Oscar Aldrete.
Yo no sé si harán un buen papel como jueces. No me atrevería a tanto.
Lo que sí critico es que nuevamente nos llevan a las urnas, sin dejarnos descansar siquiera dos años seguidos.
Tras la elección de junio pasado, la siguiente debía ser en el 2027, y los ciudadanos ya habíamos respirado aliviados porque se abría un prolongado período de intercampañas donde no tendríamos a ningún candidato tocando a nuestra puerta con promesas huecas.
Y hablando de promesas, ¿qué nos va a ofrecer un candidato a juez o magistrado?
“Yo les prometo que les haré justicia a los que voten por mí”. ¿Y a los que no votaron por él?
Seguramente, en un litigio, van a preguntar, como requisito ineludible, si su voto les favoreció, y en caso negativo, aplicarán aquella máxima de “gracia para los amigos y ley para los enemigos”.
Yo ya decidí que no saldré a votar, porque para mí un juez o magistrado debe llegar por méritos, no porque lo decida alguien que no sabe ni con qué se come un juicio de amparo o una controversia constitucional.
A ver, ¿alguien elegiría por votación popular al médico que le va a hacer una operación a corazón abierto? Me imagino que no.
Hay especialidades que se logran gracias a una prolongada carrera.
Así, para ser cirujano cardiovascular, la persona tiene que cursar el jardín de niños, el kínder, el preescolar, la primaria, la secundaria, la preparatoria, la universidad, el posgrado y la especialización. De lo contrario, no tendrá los conocimientos adecuados para llevar a cabo una cirugía exitosa.
Y con esa sesuda reflexión nos quedamos. Venga el refrán estilo Pegaso: “Artesano dedicado a la confección de calzado, a tu calzado”. (Zapatero, a tus zapatos).