Dirección General: Jesús Rivera Zúñiga

AL VUELO-Soldados

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Por Pegaso


El general Gasdás hizo formar a los miembros del regimiento y les preguntó en tono molesto:

-Andan diciendo que uno de ustedes se está acostando con mi hija, ¿será usted, soldado Arano?

-¡No, mi general!-contestó el soldado Arano.

-¿Acaso será usted, soldado Domínguez?

-¡No, mi general!

-Entonces, ¿será usted, soldado Rivera?

-¡No, suegro! Digo, mi general. Le juro que no.

Un joven cuyo padre lo alistó en el Ejército fue a que le practicaran el examen médico de rigor.

Tras la revisión, el prospecto a militar le dijo:

-¿Verdad que no voy a poder enrolar?

-¿Por qué?-le preguntó el galeno.

-¡Pues por mi problema de la visión!

-¿Qué problema de la visión, si no le detecté nada en los ojos?

-¡Es que no me veo haciendo el servicio militar!

Después de un recorrido de rutina por la carretera Ribereña, llegaron los militares al regimiento y el Comandante le preguntó al soldado Rodríguez:

-Soldado Rodríguez, ¿ha sido usted capaz de eliminar a alguien?

-Sí-contestó el aludido. Hace rato eliminé como a dieciocho.

-¿En el recorrido de hoy?-preguntó el mando militar.

-No, mi Comandante-contestó Rodríguez. ¡De mi cuenta de Facebook?

Un pelotón de soldados llegó al nuevo cuartel. Pasaron algunos días y en el recorrido de rutina que hacía el Teniente Sanmartín, alcanzó a escuchar dentro de una de las barracas: “¡Pásame la cantimplora!”

No le dio mucha importancia, pero a la noche siguiente, nuevamente al pasar por el mismo lugar, vuelve a escuchar la frase: “¡Pásame la cantimplora!

Y así, hasta que pasó una semana y el Teniente sintió curiosidad, pues pensó que los soldados se emborrachaban durante la noche y eso les impediría realizar su labor del día siguiente.

Los formó en el patio y entonces les dijo a los soldados:

-En mi guardia nocturna he escuchado todas las noches que uno le pide la cantimplora a otro y luego a otro. Les quiero decir que no voy a tolerar ese tipo de indisciplinas en mi pelotón. Así que por lo pronto, dé un paso adelante aquel que haya tomado la cantimplora.

Todos dieron un paso adelante, pero para sorpresa del jefe militar, solo uno se quedó en su lugar.

-Deberían aprender a este soldado, que gracias a su fuerza de voluntad y valor civil se abstuvo de caer en el la tentación del vicio, para orgullo del Ejército Mexicano y el honor que eso representa. Dígame inmediatamente su nombre, soldado:

El aludido se cuadró y después dijo con voz tipluda: Soy el soldado Santibáñez, mejor conocido como “La Cantimplora”.

El capitán fue hasta donde estaba uno de los soldados del regimiento y le dijo:

-Soldado Castillo, acaba de recibir una carta. Lo extraño es que está en blanco.

-¡Ahhh!-dijo el raso. Es de mi mujer.

-¿Y cómo lo sabe?-inquirió el capitán.

-Es que la última vez que la vi se enfadó conmigo y desde entonces no nos hablamos.

El Sargento Quiñones formó al pelotón y les dijo:

-¡Atención!¡Firmes, ya!

Todos obedecieron al unísono. Entonces, se dirigió hacia el que estaba más a la derecha y le preguntó:

-Soldado, ¿para usted qué es la Patria?

-¡Mi madre, señor!

Bien-dijo el sargento.

-A ver-se dirigió al siguiente elemento-, ¿y para usted qué es la Patria?

-¡Mi tía, señor!

¿Cómo que su tía?-lo enfrenta furioso el superior.

-Sí, es que este y yo somos primos-aseguró, señalando al soldado que anteriormente había respondido.