Por Pegaso
Me voy a fusilar un artículo que vi en Facebook. Lo publicó mi compañera de la secundaria y preparatoria, Adorama Martínez, en su cuenta de Facebook y corresponde a un trabajo del portal cultural Historias y Curiosidades del Mundo.
Refleja una verdad indiscutible: Las personas que siempre dicen la verdad son incómodas, porque al vulgo lo que le interesa es que le digan lo que le hace sentir mejor, aunque se trate de mentiras.
El artículo se llama: ¿Cómo y por qué mataron a Sócrates?
He aquí el contenido completo, con los créditos necesarios:
Sócrates, el mejor filósofo de todos los tiempos, fue en realidad el hombre más odiado de Atenas. Fue acusado de crueldad y corrupción de los jóvenes. La corte popular, Elia, lo condenó a muerte: y Sócrates, una de las mentes más brillantes de la historia, murió bebiendo cicuta. Sócrates fue condenado a muerte por sus conciudadanos atenienses, por sus vecinos, por gente con la que había convivido y que lo conocía de cerca. Su juicio se celebró en el mes de Targelión, entre mayo y junio del año 399 antes de nuestra era.
¿Pero por qué tanto hype?
Para los antiguos griegos (y también para nosotros) vivir bien pasa por asegurar estos bienes: dinero, reconocimiento, poder. La vida depende de estos bienes porque, en su ausencia, vivir se reduce a sobrevivir. Que Sócrates no consagrara su vida a perseguir ninguno de estos bienes no quiere decir que los despreciara. Disfrutó de todos ellos en alguna medida.
¿Qué hacía Sócrates entonces? ¿Por qué lo mataron?
Sabemos por sus coetáneos que se dedicaba a entablar conversación con todo tipo de gente (políticos, militares, sacerdotisas, poetas, médicos, empresarios), personas que consagraron sus vidas al reconocimiento, al poder o a la riqueza.
Aparentemente Sócrates no estaba haciendo nada peligroso: hizo preguntas, habló con cualquiera, con nobles, con ciudadanos comunes, con jóvenes. Pero sus preguntas, en su franqueza, en su simplicidad demolieron las certezas de sus interlocutores, obligándolos a consolarse con el vacío de sus propias certezas, con la incoherencia de su razonamiento. Les enseñaron a dudar.
Sócrates era un personaje demasiado incómodo con las dudas que inculcó. Tuvo la audacia de exponer a políticos corruptos y falsos maestros que, creyendo que saben, prescinden falsas verdades y falsos conocimientos. Por eso fue condenado a muerte. Era una amenaza para el status quo, un peligro que debe ser eliminado.
Durante el proceso, Sócrates no quiso arrepentirse ni rogar por clemencia. Se negó incluso a pedir ayuda de un orador (antisignales de nuestros abogados). ¿Por qué? Porque según Sócrates: “No puedes usar tu arte retórico jugando con palabras, encantando a la multitud, tal vez mintiendo, incluso si mi vida está en juego. “La inteligencia es incómoda, esto nos enseña el proceso contra Sócrates. Las masas quieren ilusiones y no verdad, quieren ser halagados en pocas palabras. Los hombres inteligentes son avergonzados.
Están prohibidos, ostracizados, despreciados, porque turban el sueño de las masas, cuestionan la autoridad, revelan los engaños de las instituciones.
Web
Isis Solorzano
Y nos quedamos con el refrán estilo Pegaso que a la letra dice: “La certeza se abstiene de trasgredir, sin embargo desagrada”. (La verdad no peca, pero incomoda).