Por Pegaso
Cada gran mandatario del mundo ha tenido excelentes consejeros.
Lo más deseable, como decía un rey de la antigüedad, sería tener consejeros más inteligentes que el monarca o príncipe, porque si no tiene una guía, lo más probable es que el poder lo desvíe y se convierta en un tirano.
Con el llamado “Plan B”, el Pejidente ALMO demostró que, o no tiene consejeros, o son más pendejos que él.
-¿Por qué dices eso, ¡oh! Pegaso, tú que eres tan ecuánime en tus juicios y evitas decir chingaderas en tus expresiones?-preguntará alguno de mis dos o tres lectores.
Porque desde un principio el “Plan B” se sabía que era anticonstitucional.
Tomemos en cuenta el decreto que obligaba a Estados y Municipios a distribuir solo el 0.01% de su presupuesto para comunicación social.
Fue una evidente violación al principio de Autonomía y al de Máxima Difusión, pero además, era algo sesgado porque pretendía castigar a quienes durante casi 20 años lo fustigaron en su intento de llegar a la Presidencia de la República… y con ello, nos castigaba a miles de pequeñas empresas periodísticas que tienen contratos de difusión de actividades oficiales.
Pasaron casi cinco largos meses de incertidumbre. Gracias a que partidos políticos como el PAN, el PRI, el PRD y Movimiento Ciudadano presentaron sendos juicios de inconstitucionalidad y la Suprema Corte de Justicia les dio entrada, es que se pudo echar abajo la llamada “Ley Garrote” del Pejidente.
Pienso, no me lo crean, que para elaborar y proponer la “Ley Garrote”, ALMO se inspiró en el pensamiento de aquel gran sabio que dijo hace no muchos ayeres: “A los periodistas no se les mata a balazos, se les mata de hambre”.
Alejandro Moreno Cárdenas, se llama ese insigne pensador, mejor conocido por su mote de “Alito”, y es actualmente Presidente del Comité Nacional del PRI.
¡Para que vean mis dos o tres lectores la calidad d consejeros que posee nuestro insigne tlatoani!
Viendo, como ocurrió, que la Tremenda Corte le iba a dar palo a su decreto, ni tardo ni perezoso ordenó a los diputados de su partido que propusieran la derogación del mismo. Y fue así que la Cámara de Diputados votó para dar marcha atrás, luego envió la propuesta al Senado y creo que el Senado estaba esperando el dictamen de la Suprema para darle seguimiento y adjudicarse esta generosa decisión.
Nos decía un amigo priísta, Benito Sáenz Barella, que en realidad fue un tiro de billar de tres bandas con carambola, donde todo estaba fríamente calculado.
Es decir, que si una empresa periodística recibe cien pesos mensuales por su tarea de difusión de actividades oficiales y ya los daba por perdidos, pero de pronto le dicen que seguirá recibiendo, pero solo la mitad, entonces la reacción sería de agradecimiento hacia el artífice de tan brillante jugada: El Pejidente ALMO.
La verdad, no lo creo así. ALMO en realidad odia a los periodistas, sobre todo, a los que le tupieron durante 20 años para no dejarlo llegar a la Presidencia. A los que estuvieron al servicio del PRI y luego del PAN para ponerle piedras en el camino, como Telerisa, Tele Aztuerca, Mileño, el Univermal, Proteso y muchas grandes empresas más que dominan el aspecto de la comunicación en el país con sus gurús: Dópez Lóriga, Loret de Mula, Adela Mincha, Pepe Tártenas, Brozo el Payaso Cochambroso y mil mentes maestras más que ahora están que brincan de felicidad, porque seguirán recibiendo millonadas de dinero de manos de gobernadores y altos funcionarios.
Mientras tanto, la chiquillada, las perras flacas de provincia seguiremos dentro del presupuesto, contentándonos con las migajas que sobran de ese gran pastel que es el gasto de Comunicación Social.
Y viene el refrán estilo Pegaso: “En el sitio que plañen, permanece el cadáver”. (Donde lloran, está el difunto).