Por Pegaso
(Extracto de una entrevista que le hizo un reportero a Doña Chonita, nombre ficticio de una ancianita que vive en uno de tantos suburbios de México).
“…aquí estoy todavía, tengo ya tres años, tres años con esta enfermedad, pero bueno, como dice López Obrador: Eso es pa que no haiga tanto que se de cuenta. Quiere tener puro borrego porque solamente dice él que, que su, su este, ¿cómo se llama? su MORENA, gracias a eso va a tener mucha votación. Ajá. O sea, primero dice que nos va a matar a todos, a todos los ancianos… ¡Él ya está anciano! Pues también, ¿por qué no se lo lleva su pinche madre? Yo ya estoy vieja, y pues también quiere que a todos los ancianos nos lleve la chingada, ¿verdad? Ahora: Tiene un chingo en la mañana de “Las Mañaneras”… ¡Que quite esa chingadera! A esa gente que nomás los tiene haciéndose pendejos ahí, sentaditos, borrándose la raya del fundillo. ¡Ajá! ¡Que los quite, que los saque a chingarle. El buey nunca ha venido a ningún municipio. A ningún municipio ha venido. Desde que vino a poner su cara de pendejo, de decir que quería el voto…” (Eso yo no lo dije).
El pueblo bueno y sabio ya está reaccionando.
No va a pasar mucho tiempo antes de que todo se le venga abajo al cabecita de algodón, cual castillo de naipes.
Cada vez son menos los que apoyan su sueño guajiro de la Cuarta Transtornación.
Yo voté por ALMO. Confieso que fue mi mejor elección, porque ni Rucardo Canaya ni Toño Meado me convencieron con sus caras de hipócritas.
Confieso que caí seducido por las sedosas palabras de un candidato que prometía acabar con la corrupción y llevar al país al nivel de otras naciones más desarrolladas.
Hasta decía que íbamos a tener un sistema de salud pública como el de Suiza.
Como anolisto político tengo la certeza de que ALMO no está ahí por dinero, sino por poder y por querer pasar a la historia como Juárez, Hidalgo, Morelos y Madero. Que se ponga su nombre a escuelas, calles y plazas públicas, que aparezca su efigie en los libros de texto.
A él no le gusta el dinero. No roba porque el dinero no lo mueve, pero su convicción no la comparten sus familiares y todos sus colaboradores.
A ver, ¿quién va a creer que su primogénito José Ramón López Beltrán, que está más feo que pegarle a Dios se casó con una hermosa sílfide que es además, rica de abolengo y lo llevó a vivir a una ostentosa mansión ubicada en Houston, Texas?
¿Deveras tendrá tanta suerte? ¡La manga, pus qué!
Por eso la opinión del pueblo sabio empieza a cambiar de dirección.
Pronto, durante el último año de su mandato, empezará a quedarse solo, y entonces la atención de la gente estará enfocada en quien será su sucesor.
Como dice el refrán estilo Pegaso: “Difunto el monarca, larga vida al monarca”. (Muerto el rey, ¡viva el rey!)