Por Pegaso
Lo vimos hace tres años, cuando empezaron a llegar los primeros contingentes de cubanos, luego, con los venezolanos, después con los haitianos y con los rusos.
Es tan prolongado el tiempo que deben quedarse en esta frontera, que muchas parejas tienen hijos nacidos aquí.
Por ejemplo, en Reynosa ya hay reytianos, niños negritos a los que la Constitución otorga los mismos derechos y beneficios que al resto de los mexicanos.
También hubo en su momento reynocubanos y reynovenezolanos. En Matamoros hay matamorusos y ucranomatamorenses y así, la población migrante desplazada de sus países de origen ha ido creciendo en la zona norte del país con nuevos miembros nacidos en territorio mexicano.
¿Qué dice la Constitución? El Artículo 30 establece que la nacionalidad mexicana se adquiere por nacimiento o naturalización: Los que nazcan en territorio de la República, sea cual fuere la nacionalidad de sus padres, los hijos de mexicanos en el extranjero o a bordo de embarcaciones o aeronaves mexicanas.
Así que, querámoslo o no, tenemos ya miles de hermanitos mexicanos de origen haitiano, venezolano, ruso, ucraniano, africano y hasta oriental.
El Estado Mexicano está obligado a reconocer con un documento la nacionalidad de los hijos de migrantes que, aunque se tengan que ir a perseguir el sueño americano, seguirán siendo mexicanos hasta que se mueran.
De esa manera, habrá personas que al paso del tiempo tengan tres nacionalidades: La de origen, la mexicana y la norteamericana, ya que por supuesto, buscarán legalizar la estancia de sus hijos en aquel país.
Pero hay otro fenómeno más. Ya que la gran mayoría de los desplazados que pretenden obtener la visa humanitaria son jóvenes, hombres y mujeres, ya hay quienes tienen novia o novio reynosense.
Las locales ya hasta les están enseñando a hacer tamales norteños, de hoja de plátano, migas y burritos, para que en lugar de vender “paté paté”, que solo se compran entre ellos, puedan también comercializar algo de la comida típica norteña.
Hay edificios completos que son rentados por haitianos y centroamericanos, donde llevan viviendo muchos meses.
Aquí, donde vivo actualmente, le llamo Senda de Vida IV, porque hay doce departamentos y en cada uno de ellos viven como veinte negritos o guatemaltecos.
Por las mañanas los haitianos no dejan dormir, porque no platican, gritan. Y generalmente lo hacen frente a la ventana de mi recámara.
Por las noches, los guatemaltecos se ponen a jugar futbol y casi todo el día es una algarabía que solo se interrumpe a altas horas de la noche, o cuando está lloviendo a cántaros.
No hay que creer que los migrantes y desplazados son de las clases socioeconómicas más bajas de sus países. Bueno, tal vez los centroamericanos sí, pero los haitianos, lo dudo mucho. Quienes tuvieron la oportunidad de ahorrar varios miles de dólares o vender alguna propiedad, se vinieron a la frontera para solicitar su visa en Estados Unidos mediante el programa CBPOne.
Pero los más amolados, los que no tienen ni para comer, los que viven en medio de la violencia, esos tienen que soportar el infierno en la tierra.
Se dice que la mejor colonia de Haití equivale a la peor colonia de Reynosa. Por eso, aunque vivan en la Chicho o en la Aquiles, para ellos es como si fueran Los Leones o Las Fuentes, o tal vez el Cimarrón o el Plantation de Mission.
Ellos andan turisteando aquí. Se gastan una buena lana diariamente porque les envían sus familiares que ya viven en los Estados Unidos. Solo están a la espera de que les autoricen su solicitud de visa humanitaria y se van para no volver jamás.
Pero mientras están aquí, algunos tienen hijos que serán mexicanos por el simple hecho de haber nacido en nuestro país.
Viene el refrán estilo Pegaso: “Originario de los Estados Unidos Mexicanos, incluyendo las empuñaduras”. (Mexicano hasta las cachas).