Por Pegaso
Aún no se ha declarado oficialmente la Tercera Guerra Mundial y ya están apareciendo artículos sobre cómo se debe preparar uno para el Apocalipsis.
Ciertamente, la Humanidad se encamina hacia un período crítico, pero yo dudo mucho que ocurra todo lo que dice un libro escrito hace miles de años y que además, ha sido adulterado a lo largo de la Historia a conveniencia de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
Ni va a venir Jesucristo de nuevo, porque el personaje histórico realmente murió torturado por los romanos, ni habrá un Anticristo, ni bajarán los ejércitos celestiales, ni habrá un arrebatamiento de los justos.
Eso sí. La guerra puede provocar hambruna en muchas partes del mundo, enfermedades y contaminación generalizada por la radiación.
Nos esperan tiempos difíciles si las potencias no toman acuerdos de paz.
En las dos primeras guerras mundiales, tras el armisticio de los vencidos, se modificó la geopolítica de Europa, y el mundo cambió.
No me imagino qué habría pasado si Hitler hubiera ganado la Segunda Guerra.
Los alemanes estaban más adelantados tecnológicamente que el resto del mundo. Hay narraciones de pilotos ingleses que iban volando y de pronto, pasaba junto a ellos a gran velocidad una difusa silueta que, después se supo, eran los primeros aviones de propulsión a chorro.
Como en las dos anteriores ocasiones, el mundo presenció la llegada de un nuevo orden mundial.
No creo que en esta ocasión sea diferente, mas ahora ese cambio de esquema se conoce como “El Gran Reseteo”.
Todo se reduce a la actividad humana. No hay por qué pensar en magia, en seres celestiales y ultraterrenos. Lo bueno y lo malo está aquí, con nosotros.
Cuando le preguntaban a Albert Einstein si creía en Dios, él solía responder: “Yo creo en el Dios de Spinoza”.
Y Baruch Spinoza (Se asoma uno de mis dos o tres lectores y dice: “¡Chin” Yo pensé que era Espinosa Paz!”), el conocido pensador holandés, identificaba a Dios como la misma Naturaleza, como el propio Universo.
Luego, entonces, lo que está ocurriendo es consecuencia de nuestros propios errores. El cambio climático, los temblores cada vez más fuertes, los huracanes cada vez más catastróficos, los tornados e inundaciones cada vez más brutales, son culpa nuestra. O como dicen en la iglesia: “Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa”.
Si vamos a un “Gran Reseteo” es porque la gente poderosa, la que mueve económicamente al mundo así lo ha programado. Ellos están por arriba de gobiernos y países. Dicen dónde, cuándo y cómo ocurrirá la próxima guerra.
Ya es necesario, como decía el célebre demógrafo inglés Thomas Malthus (1776-1834), la población mundial se duplica cada 50 años. A la fecha ya existimos más de 8 mil millones de personas sobre este sufrido planeta. Malthus aconsejaba una rasuradita de vez en cuando a la Humanidad con alguna guerra por allá, una epidemia por acullá, etcétera.
Nos quedamos con esa reflexión Viene el refrán estilo Pegaso: “i en gran cantidad que calcine al virtuoso ni en demasía que impida su iluminación”. (Ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre).