Por Pegaso
A mí siempre se me hizo algo chocante que a la doctora Maki Ortiz, ex alcaldesa de Reynosa, se le llamara “presidente” en los eventos públicos, en lugar de “presidenta”.
Un día le dije a la presentadora: “Oiga, es presidenta, no presidente”. Pero no me hizo caso y durante los cinco años de mandato siempre le dijo “la presidente”. (Nunca me explicó tampoco por qué le decía “la doctora” en lugar de “la doctor”).
Con la petición que hizo la flamante Presidenta Electa de la República, Claudia Shikitibum, de que la llamen “presidenta” y no “presidente”, la polémica nacional está servida.
Pero, ¿cómo se dice realmente: Presidente o presidenta?
La Academia Mexicana de la Lengua señala: Se recomienda decir la presidenta. Es correcto utilizar la voz presidenta para referirse a la mujer que preside. Antiguamente esta palabra se usaba con mayor frecuencia de manera coloquial con el significado de “mujer del presidente”. Fue incorporada al diccionario académico en 1803. Actualmente está registrada con las siguientes acepciones: “Mujer que preside”, “presidente” (cabeza de un gobierno, consejo, tribunal, junta, sociedad, etc.), “presidente” (jefa del Estado) y con un uso coloquial “mujer del presidente”.
Hay quienes, alardeando de sabiduría lingüística, aseguran que el término “presidente” se refiere a una acción, a la acción de presidir algo, y por lo tanto es un término neutro que se aplica a ambos sexos.
Pero son más los argumentos a favor de decir a una mujer “presidenta” que decirle “presidente”.
Veamos.
-Argumento de género: Es una aberración del lenguaje mezclar masculino con femenino. En el lenguaje cotidiano, a pesar de ser una palabra neutra, “presidente” se refiere a una persona del género masculino y consecuentemente, “presidenta” corresponde al género femenino.
-Argumento de inexistencia: Ya que la palabra “presidento” no existe, la palabra “presidente” se adjudica al género masculino.
-Argumento de los usos y costumbres: En muchas partes del mundo se le llama “presidenta” a la mujer que preside.
-Argumento de equidad: Durante muchos, muchos años, las mujeres han luchado por que se les reconozca su capacidad en puestos de mando. Y cuando logran ser presidentas, ¡se les llama presidentes!
-Argumento ad absurdum: Hay quienes pueden decir: Bueno, si nos vamos a ejemplos de palabras similares, existen los sastres, pero no las sastras. Eso es por los usos y costumbres. Nada impide que exista la palabra sastra, o presidento, o periodisto o cualquier otra palabreja que nos parecería absurda, sin embargo, el uso popular del idioma marca la existencia o no existencia de un léxico.
Para mí, sin ser perito lexicográfico, puedo decir que me resulta más fácil decirle “presidenta” que “presidente” a una mujer que preside.
Aunque los puristas del lenguaje lo nieguen, en realidad la frase “ente”, de donde proviene la palabra “presidente” y origen de la confusión, sí tiene femenino: la entidad.
Cuando decimos “el hombre que preside” nos referimos a un “ente masculino que preside”.
Cuando decimos “la mujer que preside”, nos referimos a un “ente masculino que preside”.
Y de la misma manera podemos afirmar: “La entidad masculina que preside” o “la entidad femenina que preside”.
Presidente, o presidenta, entonces, son contracciones o apócopes de “hombre que preside” y “mujer que preside”, respectivamente.
Como resultado, tanto “presidente” como “presidenta” son palabras que se pueden aplicar a una mujer, y Claudia Shikitibum está en toda la razón de pedir que le digan “presidenta” en lugar de “presidente”.
Quizás a ella, que tiene una excelente formación académica, también le choca el uso de un femenino con un masculino.
Además, nos sirve para diferenciar si el ente o la entidad que está frente a un gobierno es hombre o mujer.
Tras esta lección magistral del uso del lenguaje, procedo a concluir mi tratado de arquitectura con el refrán estilo Pegaso que a la letra dice: “¿En qué condiciones quedó tu glóbulo ocular?” (¿Cómo te quedó el ojo?)