Por Pegaso
Dos noticias, dos, llamaron mi atención el día de ayer.
La primera se relaciona con el programa basura llamado “La Casa de los Famosos”.
El travesti conocido como Wendy Guevara, cuyo nombre real es Luis Carmen Guevara Venegas impactó a la audiencia con un coqueto vestido negro que se compró en La Lagunilla, similar a uno que utilizó la estrella norteamericana Dua Lipa diseñado por Versace.
Nada de eso me extrañó, porque ya todo se ha normalizado y como dice Teo González: “Antes era mal visto ser gay. Ahora es muy común serlo. Temo que dentro de poco sea una obligación”.
Lo que me provoca ruido es que los medios de comunicación le sigan el juego y hablen de él como si fuera una mujer biológica: “En las redes sociales, los fanáticos de “La Casa de los Famosos” se volcaron a comentar y admirar el espectacular vestido de Wendy. No faltaron los halagos hacia ella, destacando su belleza y carisma; la describieron como potra, regia, guapísima y una auténtica reina“.
¡Por favor! Además de parecer un tanquecito, porque varita de nardo no lo es, se pone hasta bondo en la cara para crearse una máscara grotesca.
Para nada se compara a la belleza natural de las mujeres porque se le ven hasta los troncos de los bigotes y barbas que le sobresalen.
En los últimos años se ha discutido mucho sobre el derecho que tiene cualquier persona de percibirse o sentirse como le da su regalada gana. Eso nadie lo niega.
Pero que quieran que los demás caigamos en la misma locura, ya es otra cosa.
Por ejemplo, hay quienes se perciben como perros o caballos, y hasta ladran y relinchan. Se ha documentado el caso de un violador que se percibía como niña de seis años y se vestía con zapatitos, blusitas, moñitos y tutú para introducirse a un kínder y violar a los pequeños.
Y al decir esto me expongo a que los de la diversidad sexual vengan y me armen una manifestación masiva calificándome de homofóbico pero, ¿desde cuándo decir la verdad es homofobia?
Un consejo para todos: Cada quien puede hacer de su cuerpo un papalote, mientras no afecte los derechos de los demás. Si tú eres hombre de pelo en pecho, pero te haces la operación jarocha y quieres que te diga que eres mujer, estás en un error, puesto que cada célula de tu cuerpo está diciendo que eres machito calado.
La segunda noticia que me impactó fue la de un hombre que se gastó 300 mil pesos para transformarse en un perro.
Aquí lo difícil de creer no es el hecho de que se haya comprado un traje de perro y salga a pasear por las calles.
¡Lo realmente bizarro es que sus mismos familiares caen en el loco juego y hasta lo toman de la correa y le levantan la popó, como a cualquier otro can!
No cabe duda que el mundo está cada vez más loco. Me recuerda a aquella carta del Tarot llamada precisamente “El Loco”, donde un personaje camina derecho a un abismo sin que parezca darse cuenta de su irremediable fin.
Guerras, pandemias, OVNIS y locura colectiva… ¡vaya que nos dirigimos al precipicio!
Por eso aquí los dejo con el refrán estilo Pegaso: “Yo procedo a ubicarlo en su sitio y ella lo traslada a otro lugar”. (Yo lo coloco y ella lo quita).