Por Pegaso
Si me preguntan cuáles son mis películas preferidas del mundo mundial, al final de esta columna les daré mi Top 10.
Mientras tanto, permítanme mis dos o tres lectores hacer memoria de mis primeros encuentros con el Séptimo Arte.
Fue en mi ya lejana niñez, allá, en el barrio bravo de El Chaparral, conocido también como Colonia Chapultepec, al norte de Reynosa.
Mi progenitora, como muchas otras, compraba jabón de cierta marca para lavar la ropa. Dentro de la bolsa de jabón venían boletos.
Estos podían ser canjeados por la entrada a las funciones de cine que se realizaban en la monumental Plaza de Toros Reynosa.
Lo habitual era que se presentaran dos funciones: La película principal, que era generalmente de acción, con El Santo, Blue Demon y Mil Máscaras, y otra jocosa, con Viruta y Capulina.
Al terminar la exhibición, los chamacos salíamos de la plaza sintiéndonos los héroes de la película. Nos pavoneábamos por la calle y tomábamos de la cabeza al amigo que nos acompañaba para aplicarle una llave quebradora: “¡Muere, zombie!”
Más adelante, ya como un puberto, ahorraba lo suficiente para comprar el boleto e ir con uno de mis compañeros de juego al que decíamos “El Loco”, a disfrutar de las funciones dobles en el cine Brasil, localizado a un lado de la Presidencia Municipal, el Juárez, que estaba por la calle del mismo nombre, el Olimpia, en la colonia Rodríguez y el Rex, frente a la plaza Miguel Hidalgo.
Las escenas y tramas me transportaban a otros mundos. Me emocioné con La Guerra de las Galaxias y me aterroricé con El Exorcista.
Muchos tal vez recuerden esa bella época de juventud.
Todas esas salas cinematográficas que mencioné hace mucho que cerraron sus puertas: El cine Brasil se demolió y ahora es un tejabán donde se venden artesanías y mercaderías diversas, el Juárez es un estacionamiento, el Olimpia es un edificio abandonado y vandalizado, mientras que el Rex se convirtió en una tienda departamental.
A continuación, mis películas favoritas, en orden alfabético:
-2001: Una odisea del espacio. Director: Stanley Kubrick.
-Día de la Independencia. Director: Roland Emmerich.
-El bueno, el malo y el feo. Director: Sergio Leone.
-El día de la marmota. Director: Harold Ramis.
-Kill Bill. Director: Quentin Tarantino
-La naranja mecánica. Director: Stanley Kubrick.
-La Mosca. Director: David Cronenberg.
-Operación Dragón. Director: Robert Clouse.
-Superman, La Película. Director: Richard Donner.
-Tres Idiotas. Director: Rajkumar Hirani.
Como se ve, hay de todo un poco, desde las majestuosas producciones holiwoodenses, pasando por las películas producidas en el Booliwood de la India o en Hong Kong. Las hay de terror, de ciencia ficción y de acción.
Se me pudieron pasar algunas, pero esas son, a mi parecer, las que más he disfrutado a lo largo de mi vida.
No es que no me gusten las producciones mexicanas, pero como que son monotemáticas y siempre salen los mismos actores.
Las películas –los psicólogos que se especializan en el comportamiento humano no me dejarán mentir- son un constructo artificial que pretende imitar a la realidad. Mientras mejor la imiten, más nos creemos lo que el director nos presenta en la pantalla.
Aunque sabemos que todo es mentira, vamos con gusto al cine a ver una película. Por así decirlo, les damos “permiso” para que nos mientan, mientras nosotros jugamos a creer, como cuando de niños un compañerito nos decía: “Yo soy el vaquero y tú el indio”, y nos poníamos a jugar, cada quien en su rol.
¡Vivan pues, las películas y viva el cine! No hay como estar viendo la pantalla gigante con una bolsa jumbo de palomitas y un chesco igual de grande.
Aunque, como todo en esta vida es evolución, el cine ha sido casi completamente desplazado por el streaming y las plataformas digitales.
Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso, cortesía de Arnold Schwarzenegger: “Hasta la próxima visualización, individuo neonato”. (Hasta la vista, baby).