Por Pegaso
Les debo una disculpa a mis dos o tres lectores.
El día 18 de junio del 2016, estando en el café Tips con mis amigos Víctor González y Juanito Castillo se me ocurrió la peregrina idea de crear un grupo de chat en la red social WhatsApp.
Ingresé a todos mis contactos telefónicos, que eran más de doscientos. Una buena parte se salió porque no les interesaba. Había periodistas, funcionarios, políticos y otros líderes de opinión, así que se constituyó un grupo plural.
El propósito manifiesto siempre fue intercambiar ideas, opiniones, darnos los buenos días, echarnos porras unos a otros, como cualquier otro colectivo.
Puedo contar muchas anécdotas ocurridas en estos ocho años de existencia del grupo, antes de decidir, este día, darlo de baja por completo.
Durante los primeros dos años organizamos hermosas posadas, con regalos, chupe y pachanga. Nos la pasamos muy bien todos, y aún guardo unas preciosas fotografías con los amigos que pudimos estar en esas memorables ocasiones.
Al menos en dos de ellas nos agarró la helada, pero lo disfrutamos como enanos y todos nos fuimos contentos a casa.
Organizamos concursos de fotografías, discutimos, debatimos y hasta nos agarramos del chongo, pero todo era sano y divertido.
Pero… y aquí está el pero, durante las campañas políticas el propósito empezó a desvirtuarse. Conforme avanzaban los procesos electorales, arreciaban las guerras sucias y las consignas.
Yo siempre me deslindé de ese tipo de situaciones, porque considero que un periodista debe ser profesional y no rebajarse a un papel tan indigno.
En los primeros años les pedí a mis amigos que me ayudaran, que no subieran material ofensivo o políticamente sesgado, ya que no era el propósito del grupo.
La mayoría entendieron, otros me echaron en cara como Administrador y hasta perdí buenas amistades, que no debieron ser tan buenas porque antepusieron sus propios intereses antes que a la amistad.
Total. Cansado de que nadie me hiciera caso y en vista de que mi intención nunca fue eliminar a ninguno de los integrantes a menos que se quisiera salir, durante muchas ocasiones me deslindé de sus opiniones al mencionar que cada quien era responsable de lo que publicara.
Pegaso llegó a ser un referente a nivel estatal. Muchos otros grupos surgieron posteriormente, pero ninguno con tal variedad de personajes y formas de pensar distintas.
Pero hubo quienes empezaron a abusar, creyendo que el grupo se trataba de un medio de comunicación en lugar de un colectivo de amigos bien intencionados.
Por ese motivo decidí darlo de baja.
Pero siempre quedaré a las órdenes de mis dos o tres lectores, de mis amigos periodistas, funcionarios, políticos, influencers y líderes de opinión en mis cuentas de Facebook, Twitter (hoy X), Tik Tok, Instagram y la propia de WhatsApp, donde estoy con mi nombre.
Para finalizar, aquí está el refrán estilo Pegaso: “De los flagelos, el mínimo”. (De los males, el menor).