Dirección General: Jesús Rivera Zúñiga

Al Vuelo-Pato

COMPARTIR

Por Pegaso

“¡Pruebas!¡Pruebas!”,-clama el Pejidente ALMO desde Palacio, cuando prestigiados periodistas publican cosas que no le gustan o le molestan.

Como ocurrió en días pasados, cuando el periodista, Tim Golden con dos premios Pulitzer en su haber, publicó un artículo sobre el supuesto financiamiento del Cártel de Sinaloa para su campaña en el 2006.

El Artículo intitulado: “¿Los narcotraficantes canalizaron millones de dólares a la primera campaña del presidente mexicano López Obrador?” se publicó primero en el portal de Intenet ProPublica, propiedad del propio Golden.

Muchos periodistas “chayoteros” y vendidos se sumaron a la andanada de ataques mediáticos en contra del cabecita de algodón, y esto se ha vuelto una bola de nieve, porque no hay evidencia directa de que “El Rorro de Macuspana”, familiares o personas cercanas a él se ensuciaron las manos con dinero del narco.

¿Cómo vamos a estar sentados con ellos a la mesa si una de sus agencias hace ese tipo de filtraciones?-dijo el inquilino de Palacio Nacional, al reclamar al Gobierno de Estados Unidos.

Y tiene razón. Sea verdad o no lo que se publicó, mientras no existan pruebas contundentes e irrefutables permanecerá en calidad de calumnia.

Según los datos filtrados por la DEA, agencia que, como todo en Estados Unidos está corrompida hasta la médula y obedece a intereses bastardos, entre el 2010 y el 2011, el Departamento de Justicia de Estados Unidos realizó una investigación sobre la aportación de entre 2 y 4 millones de dólares a la campaña de ALMO, en el 2006 por parte de personas ligadas al Cártel de Sinaloa.

Fue así como la Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York y la DEA, la agencia antidrogas gringa se involucraron en dicha investigación y obtuvieron “pruebas sólidas” de que dicho cártel había financiado la campaña para la Presidencia de la República del entonces personaje opositor.

Y sí. Se filtró la información pero, ¿y las pruebas?

A todos los mexicanos nos interesaría saber si vivimos en un narcogobierno o no. Mientras tanto, estamos en un estado de indefinición, como en la Física Cuántica: A la vez sí somos narcogobierno y a la vez no.

Dejemos a un lado las repetidas veces que ALMO ha ido a Badiraguato, tierra de El Chapo Guzmán, la política de “abrazos, no balazos” que todavía hasta ahora está en vigor por parte de su Gobierno y todo lo demás que ha permitido que los cárteles se sigan consolidando y estén envalentonados y echados para adelante por existir una completa impunidad.

Aquí, en Reynosa, van dos ejecuciones seguiditas al estilo de las mafias y todavía no se sabe cuáles fueron los motivos.

En todo el país hay un tremendo reguero de sangre y hasta ahora se contabilizan casi 160 mil muertos, contra 89 mil, 860 de Enrique Peña Nieto, lo que indica que los últimos cinco años ha sido el período más sangriento en la historia moderna del país.

Sí. La mayoría son personas involucradas en temas ilícitos. Lo malo es que muchas veces se llevan entre las patas a personas completamente inocentes, como daños colaterales.

Cabe mencionar un dato interesante que la historia moderna nos ha enseñado: La extraña simbiosis entre los gobiernos de izquierda y los grupos del crimen organizado. No afirmo que en nuestro país la haya, pero hay fuertes evidencias en otras naciones del mundo.

Miren. Si el gobierno del cabecita de algodón no es un narcogobierno, la verdad es que ha hecho hasta lo imposible por aparentarlo.

Dice un dicho: “No hay que hacer cosas buenas que parezcan malas”. Y este otro:  “Si parece pato, camina como pato y hace como pato, ¡pues es un pinche pato!”

Y no digo más. Mejor nos vámonos con el refrán estilo Pegaso que a la letra dice: “Poseo conocimientos de ti, díptero”. (Te conozco, mosco).