Por Pegaso
A continuación, daré una interpretación muy personal de lo que ha ocurrido con la elección para gobernador de Tamaulipas, desde que el IETAM entregó los resultados finales del conteo, hasta hace medio segundo.
Creo…, más bien, pienso, porque esa palabreja no debe existir en los trabajos periodísticos, que “El Truco” realmente aceptó el resultado final, casi de manera inmediata.
El que está necio en pelear una batalla perdida y dar patadas de ahogado es el Gobernador desaforado, porque sabe que está en juego su libertad.
Por tal razón decidió impugnar. El gobernador, no “El Truco”.
Porque a pesar de la elección de estado que encabezó como generalísimo, utilizando dependencias públicas como la Fiscalía General de Justicia del Estado, el Tribunal de Justicia de Tamaulipas, la Secretaría de Educación, la de Salud, el Congreso del Estado y la Secretaría de Gobierno, además de tener cooptado al Instituto Electoral de Tamaulipas (IETAM), la ciudadanía le dio la espalda por mal gobernante, ojete y gandalla.
Es decir, que ni aún teniendo controlado al organismo que manejó la elección, junto con el Instituto Nacional Electoral, declarado antiAMLO, pudo hacer que la coalición “Va por Tamaulipas” se alzara con la victoria.
Dudo que el Tribunal Federal Electoral le dé la razón, porque 90 mil votos son muchos. Y si pretende que haya un recuento casilla por casilla, la diferencia se ampliará aún más, porque la raza ya aprendió a dar su voto de castigo: “Agarro lo que me das, pero dejo una prueba del fraude en la boleta”.
Yo tuve al “Truco” frente a mí, en una amena plática por casi veinte minutos y me pareció un pelao sincerote, buena onda y nada petulante, como sí lo es el Gobernador desaforado.
Las patadas de ahogado son sus últimos estertores. Ya le quedan alrededor de 90 días para que entregue el puesto que llegó a considerar de su propiedad.
Tanto así que en algún momento pensó dejarlo en herencia a su esposa o a su hermano.
Tendrá que rendir cuenta de muchas, muchas cosas más de las que se le ha acusado hasta ahora.
Por ejemplo, los grandes desfalcos al erario público, los voluminosos adeudos a contratistas, el robo descarado a los editores y periodistas independientes, el desvío de recursos, el despilfarro brutal de dinero, el enriquecimiento ilícito y la creación de una red de complicidades que abarcan incluso a autoridades de Estados Unidos.
Mal haría el doctor Américo Villarreal Anaya si tomando el control del Gobierno del Estado decide dar borrón y cuenta nueva.
No. Hay mucha tela de donde cortar.
Pero además, si otra cosa no ocurre, ya para ese entonces, la Fiscalía General de la República le habrá echado el guante al corrupto personaje emanado del Partido Acción Nacional, quien ya dejaría de gozar del fuero constitucional.
Aunque a decir verdad, desde el año pasado ya no lo tenía, pero por argucias legaloides de algunos jueces y diputados igualmente corruptos, pudo comprar el tiempo suficiente para llegar casi al término de su mandato sin tener que comparecer ante la justicia.
Pero está bien. Las patadas de ahogado son válidas para el que pierde una elección.
Pienso que este oscuro personaje pasará a la historia de Tamaulipas como el peor gobernador que ha tenido el Estado, y eso que por la silla grande han pasado otras fichitas, como el “Geño” Hernández, la “Tommy” Yarrington, Manuel “Cumbiazos” Lerma y “La Morsa” Egidio Torre.
Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: “Mayor cantidad de coces propina la carencia de alimentación”. (Más cornadas da el hambre).