Por Pegaso
Dos cosas acapararon la atención nacional y mundial esta semana. Ambas ocurrieron en México.
La primera: El oso que hizo la maestra Ana María Prieto, durante su participación en el foro que se abrió para defender los libros de texto gratuitos.
El segundo fue el osote que hizo el “investigador” del fenómeno OVNI, Jaime Maussán en el Congreso de la República al llevar supuestas “momias” no humanas para demostrar a los diputados y senadores que sí existen los extraterrestres.
“Pero primero es lo primero, y segundo, lo segundo”,- como dijo el Filósofo de Güemez.
El pasado 12 de septiembre, se presentaron ante la atónita mirada de los congresistas dos pequeños cuerpos de lo que parecen ser unos hombrecitos cabezones y flacos, muy similares al que aparece en la película gringa Hombres de Negro (Men in Black, por su título en inglés. Estrenada en 1997. Director: Barry Sonnenfeld. Protagonistas: Tommy Lee Jones, Will Smith, Linda Fiorentino, Vincent D’Onofrio y Rip Torn).
Tras un encuentro con un alienígena insectoide que busca la “galaxia”, el enanito que manejaba desde la cabeza el cuerpo de un hombre, que en realidad era una especie de vehículo, muere antes de que los agentes “K” y “J” empiecen a interrogarlo.
Si se fijan, el minúsculo personaje es muy parecido a las momias de Maussán. Hasta tienen tres dedos (ver la foto).
Total, las supuestas momias de Nazca, que, de acuerdo con estudios de Carbono 14 tienen unos mil años de antigüedad, fueron llevadas por el controvertido “ufólogo”, gracias a un diputado que es cuatacho de él y que le dio entrada porque consideró que es necesario salvaguardar el espacio aéreo de los malvados invasores alienígenas que ya están entre nosotros, y que son como chorromil razas, algunas malévolas y otras más buenas que la madre Teresa de Calcuta.
Yo no he visto los especímenes, pero según un “experto”, fueron sometidos a toda una serie de estudios radiológicos que demuestran que en algún tiempo tuvieron vida, que sus huesos encajan completamente y que sus vértebras tienen incluso el desgaste por la acción “biomecánica”.
A simple vista, a mí me parece que son unos monigotes hechos con partes de animales y envueltos en una capa de arcilla.
Los “estudios” dicen que el recubrimiento, que facilitó la momificación, es un material a base de diatomeas, es decir, pequeños organismos que tienen un caparazón de dióxido de silicio, básicamente, arena.
Un engaño similar ocurrió hace varias décadas, cuando apareció una “sirena” real, que después se descubrió que había sido fabricada con la parte superior de un mono y la inferior de un pez, hábilmente pegadas y ensambladas. Incluso hubo una edición de la revista “Duda” dedicada a ese hallazgo.
Ahora tenemos aparatos y técnicas más modernas para confirmar si se trata de tejidos vivos, cuántos años tienen y a qué especie pertenecen.
Ignoro si algún laboratorio se prestó a engaño, pero hasta donde explica el especialista que presentó a los “humanoides”, estos miden apenas unos 65 centímetros, tienen manos y pies tridactilares (de tres dedos) y lo más raro, que uno de ellos estaba “embarazado”, porque en su interior había tres huevos y se notaba que tiene oviductos, como las gallinas actuales.
Todo hace pensar que se trata de un engaño más para meter en la mente de las personas ideas fantasiosas, como la presencia de extraterrestres en la antigüedad, o razas alienígenas que caminan entre nosotros y se metamorfosean entre la gente.
La prueba definitiva, sin embargo, no serán unas momias, sino la presentación en vivo y a todo color de los enanitos verdes bajando de sus platillos voladores o bien, que nos empiecen a lanzar rayos verdes para exterminarnos y apropiarse del planeta.
Vamos al otro caso. Este sí es para dar risa.
Resulta que la maestra Ana María Prieto, que defiende a capa y espada los libros de texto gratuitos de la Cuarta Transtornación, pasó al frente para explicar los beneficios de la nueva escuela pública, con tan mala fortuna que se le ocurrió burlarse del modelo anterior con un ridículo baile que rápidamente se hizo viral.
En un “meme”, aparecía la maistra haciendo aracles con la música de fondo de “Payaso de rodeo”; en otro, el fondo musical era aquella pegajosa canción que bailaba Gina Montes en “La Carabina de Ambrosio”, en la década de los ochenta. (Abrir el hipervínculo).
Decía la mentora que aquellos que sacan cinco de calificación no deben preocuparse, porque sacar 10 no significa que serás exitoso en la vida.
Un crítico mencionó que entonces, el Gobierno de la Cuarta Transtornación impulsa y premia la mediocridad.
Señalaba, además, que doña Ana María Prieto, para llegar a ser maestra, tuvo que pasar un examen con calificación aprobatoria, comprobar que tenía la capacidad para dar clases ante grupo y competir con cientos de otros aspirantes.
Pero además, le restregaron en la cara un video que ella misma subió a sus redes sociales en el 2017 donde pensaba que el sistema de competencias era el correcto para medir el avance de los estudiantes.
Pero lean, lean lo que dijo la educadora, que aparte de su bailecito mamón le valió ser el hazmereir de todo el mundo: “Antes se pensaba que el profesor era analfabeta, nos pensaban analfabetas y pensaban que necesitábamos un librito que: “A ver, das un pasito, ahora el otro pasito y no te vayas para otro ladito porque voy a venir y te voy a hacer el examen y te voy a preguntar cuál fue el pasito”.
Y agregó: “Es otra manera de pensar, no es el individualismo de: “Yo aquí y yo sí sé y yo me saco 10 y tú te sacaste 5, lero, lero, maromero. Yo sí voy a ser exitoso y tú no. No, no es eso, ¿sí? Ahora el asunto es todos somos uno para todos y todos para uno”.
Ni hablar.
Viene el refrán estilo Pegaso: “No obtiene beneficios un individuo para penurias”. (No gana uno para vergüenzas).