Por Pegaso
Desde su retiro, allá en “La Chingada”, el Cabecita de Algodón debe estar desternillándose de risa por lo que ocurre en el antes tranquilo y pacífico poblado de Tultitlán, Estado de México.
Resulta que de unos meses a la fecha, a alguna autoridad se le ocurrió que, para honrar el legado y ponderar la trascendencia del ex pejidente le cambió el nombre a una colonia y la nomenclatura de sus calles.
La colonia ahora se llama “Cuarta Transformación”, obviamente.
Sus calles tienen nombres relacionados con las acciones, programas, frases y hechos del Rorro de Macuspana durante su estancia en Palacio Nacional.
Como resultado, el pueblo sabio y bueno de Tultitlán se ha manifestado en contra de este nunca visto acto de adulación, lisonja, halago, alabanza, coba, loa, peloteo, zalamería, carantoña, lagotería, lambonería, lambeteada, cumbo o lambisconería hacia un personaje que vino a trastocar la vida política, social y económica de Mexicalpan de las Tunas.
Porque, simplemente, cambiar la denominación de una calle trae una serie de inconvenientes a los vecinos, desde la confusión que se genera en personas que visitan el lugar, hasta tener que ir a las oficinas del INE a reponer la credencial de elector con los datos actualizados o hacer el engorroso trámite en Hacienda para aplicar el cambio de domicilio fiscal.
Imagínense lo chistoso que va a sonar esto.
Si quiero enviarle mi dirección a algún pariente o amigo, le diré algo así: “Mira, yo vivo en la calle Me canso ganzo con Fuchi, caca, de la colonia Cuarta Transformación”.
Si aún no logra orientarse, le daremos otras referencias: “Sí, hombre. Te vienes por la avenida Acúsalo con tu mamá, luego sigues por la calla de La Chingada, le das a la izquierda por Al diablo con las instituciones hasta llegar a Yo tengo otros datos. De ahí, preguntas por el callejón Tengan para que aprendan y te vas todo derechito hasta que llegas a un Banco de Bienestar. Ahí, en contra esquina, tienes tu humilde casa, que ya es mía porque estuve pagando renta por diez años”.
Todo esto me hace pensar que el viejito bolsas miadas sigue estando muy presente en las grandes decisiones del país, que solo ha simulado un retiro de la política, pero que en realidad, es el que sigue manejando las riendas del gobierno.
Ayer, al estar en Urgencias del IMSS, una señora de cara amargada decía: “Si no fuera por el dinero que me da el Cabecita de Algodón, estaría obligada a venir al Seguro”.
La anciana, por supuesto que se dio cuenta de las condiciones en que opera la institución médica, pero se le olvidó decir que el ex pejidente prometió que tendríamos un sistema de salud mejor que el de Dinamarca.
Solo pensó en lo que le da el Cabecita de Algodón, al igual que millones de personas que no ven más allá de sus narices.
En fin. Si alguna vez va usted a Tultitlán a visitar a un familiar, o simplemente de paseo, no se olvide que ahora las calles llevan otros nombres.
También por estos lares propondré que se cambie la nomenclatura de alguna colonia, como un homenaje, ceremonia, honor, reconocimiento, tributo, premio, agasajo, veneración, sumisión, fidelidad, respeto y acatamiento a lo que fue es y será nuestro muy amado y egregio Jefe Máximo.
Por ejemplo, que en lugar de Mil Cumbres se llame “Colonia Badiraguato”.
En dicho asentamiento estarán las calles “Cicatero”, “Dictador”, “Farsante”, “Ruin”, “Intolerante”, “Malandro”, “Payaso”, “Mentiroso”, “Mesiánico”, “Perverso” y “Demagogo”.
Estará la plaza “De la ternurita”, la avenida “Señoritingo” y los bulevares principales, que serán “Fifí” y “Chairo”, entre otros muchos nombres que sustituirán a los anteriores.
Viene el refrán estilo Pegaso, cortesía de #YaSabenQuien: “Mi persona actualmente no es de mi propiedad”. (Yo ya no me pertenezco).