Por Pegaso
La noticia que hoy enorgullece a México entero es que ganamos el concurso Miss Universo. (Nota de la Redacción: ¿Ganamos, Kemo Sabay?)
Andrea Meza, originaria de Chihuahua, Chihuahua, de 26 correteables años, ganó la edición número 69 del citado concurso, entre 73 mujeres que participaron esa noche en Hollywood, Miami.
Andrea es ingeniera de software, modelo y maquilladora. Trabaja estrechamente con el Instituto Municipal de la Mujer “con el objetivo de acabar con la violencia de género”,-se lee en un comunicado del Comité Organizador.
México no había tenido una Miss Universo desde que Lupita Jones obtuvo el título en 1991.
Todo eso está muy bien. Hay importantes patrocinadores que gastan verdaderas fortunas para promocional el certamen y otorgar fabulosos premios a las vencedoras, pero solo hay un pequeño, pequeñísimo detalle: Miss Universo fue un invento de los hombres para darse un gustazo a ellos y de paso tener contento al viejerío, como decía El Jefe Diego.
Miss Universo tuvo un origen misógino, allá, en 1952, luego tuvo algunos altibajos hasta que lo agarró el nazi Trompas y lo convirtió en una minita de oro.
Fue allí donde el regordete y feo sujeto, dijo su frase más conocida: “Cuando eres una estrella las mujeres te dejan hacerles cualquier cosa. Agarrarlas por el coño. Lo que sea”.
Así, las jóvenes que participan en el concurso se vuelven objetos de consumo, mercancía.
Como ocurre con los comerciales, la figura femenina vende, y vende mucho. La sexualización de la mujer en grado superlativo.
Yo me pregunto cómo mujeres tan preparadas como Andrea Meza, que dicen que tiene una ingeniería, puede prestarse a formar parte de ese circo.
Pero, ¡esperen! Si ya dije que hay mucha lana de por medio, ahí está la principal motivación de las misses para que todo mundo les vea hasta las amígdalas.
No estoy en contra de ellas. Mis respetos, porque a final de cuentas son mujeres muy bellas y muy valientes para plantarse en un escenario, pero sí me hace ruido el origen de tan singular evento.
Es como el baile. El baile tiene un origen pagano. Allá, en la antigüedad, cuando una mujer no podía tener familia, realizaba algunos rituales para poder ser fértiles. Y esos rituales incluían danzas que se hacían en ceremonias dedicadas a la diosa Vesta, patrona del hogar y la familia, por eso se les llamaba vestales.
Saber los orígenes de algo, sus principios, nos ayuda a tener un sentido crítico más amplio.
Si me lo preguntan, yo no sé bailar, y no quiero aprender porque no me da la gana participar en un ritual de fertilidad.
Pero volviendo al tema de las misses, a pesar de las críticas que recibe de los grupos feministas, lo más seguro es que continúe por al menos otros 69 años, mientras siga siendo negocio para unos cuantos avispados empresarios.
Ya me imagino yo que esos mismos organizadores, en lugar de mujeres hermosas, pudieran incluir a las gordis, a las flacas, a las narizonas, a las calvas y a las bizcas.
Veríamos en la televisión, en cobertura internacional, cómo La Chupitos sale en traje de baño contoneándose en la pasarela, frente a los estrictos jueces del concurso.
Otras entusiastas participantes serían Carmelita Salinas, La Chimoltrufia, Doña Lencha, La India María y, por supuesto, Paquita la del Barrio.
¿Por qué no? Si hasta los hombres han logrado colarse en ese prestigioso certamen, que hasta el año antepasado era exclusivo del sexo femenino. Recordad el caso de Ángela Ponce, Miss España, un transgénero que les puso una revolcada al resto de las concursantes por sus despampanantes curvas y su rostro angelical.
Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso, cortesía de La Chupitos: “Se trataba de una fémina originaria del planeta Marte, carente de glándulas mamarias y con cachiporra”. (Era una mujer marciana, sin chichis y con macana).