Por Pegaso
Desde que Francisco González Bocanegra escribió la letra del Himno Nacional Mexicano, en 1854, todos nos hemos preguntado alguna vez: “Bueno, ¿y quién es ese tal Masiosare?”
La respuesta la da el mismo verso: “Un extraño enemigo”.
Masiosare ha pasado a ser una figura del imaginario mexicano.
Allá, en los años sesenta o setenta, en el programa “Los Polivoces”, se cantaba una canción sobre un personaje llamado Clodomiro “El Cucho” que dice más o menos así: “Clodomiro en la calle se encontró/ con su cuate el Masiosare/ que es un gran vacilador.”
Desde entonces, han corrido ríos de tinta en periódicos y revistas, se han hecho reportajes y hasta documentales para tratar de dilucidar el origen de tan escurridizo personaje.
El periódico digital Vanguardia.com publicó el 23 de septiembre del 2015 un artículo titulado: “¿Quién es realmente Masiosare?”, que a su vez se basa en el libro escrito por Juan Miguel Zunzunegui llamado precisamente: “Masiosare: Un Extraño Enemigo, Los mitos que nos dieron traumas”.
Y dice así: “Masiosare, ese extraño enemigo del que se hace mención en nuestro Himno Nacional, ha reaparecido y está nuevamente entre nosotros. Profanó con su planta nuestro suelo y está listo para destruir a México. Lo triste es que Masiosare es extraño pero no extranjero, y de hecho ha estado eternamente entre nosotros. El principal y más terrible enemigo que ha tenido por siempre el mexicano es el mexicano de al lado, dispuesto a hacerlo pedazos”.
De esa forma, Zunzunegui considera que Masiosare somos nosotros mismos, el mexicano, el cual tiene la terrible tendencia de achacar todos sus problemas a los demás, de culpar a circunstancias ajenas porque la selección mexicana pierde un partido o porque un juez le robó el triunfo a uno de los nuestros en una competencia.
“Masiosare-dice en el prólogo del libro- se esconde en el pasado, en la profundidad de nuestra mente y detrás de muchos de nuestros mitos. Está oculto en lo profundo del inconsciente colectivo de México y el mexicano, en sus condicionamientos psicológicos y patrones de conducta, en su gandallismo y su chingonería, en su violencia disfrazada de machismo y de honor herido, en su mente racista e inquisidora, clasista e intolerante”.
Tan imbuido está en nuestra cultura popular, que una empresa de interiorismo ha adoptado ese nombre y explica así su origen: “Masiosare es la unión de tres palabras del himno Nacional Mexicano que la cultura popular ha convertido en un nombre propio. Buscábamos algo representativo, tanto de lo que hacemos como país. Esas tres palabras significan: “Si se atreviese”, algo muy importante para nosotros, pues refleja el atrevernos a emprender y buscar algo más allá de lo que hacemos”.
Todos hemos escuchado aquella estrofa del Himno Nacional, en la escuela o en eventos cívicos:
Ciña, ¡Oh, Patria! tus sienes de oliva/
de la paz el arcángel divino,/
que en el cielo tu eterno destino/
por el dedo de Dios se escribió./
MÁS, SI OSARE un extraño enemigo,/
profanar con su planta tu suelo,
piensa, ¡Oh, Patria querida! que el cielo/
un soldado en cada hijo te dio.
Masiosare no es un personaje ni nada que se le parezca, sino que se trata de una pareidolia acústica, una fusión de varias palabras que nos parece que forman otra diferente y que le da sentido a una frase.
Por cierto, ¿sabe alguno de mis dos o tres lectores cuál es la canción en la cual Eduardo chifló como vaca? ¿No?
Pues es aquel corrido de Pancho Villa que dice así: “Como a las tres de la tarde/ silvó la locomotora”. (SILVÓ LALO COMO TORA).
Viene el refrán estilo Pegaso: “Individuo inerte al socavón y el que posee vitalidad, al disfrute”. (El muerto al pozo y el vivo al gozo).