Dirección General: Jesús Rivera Zúñiga

Al Vuelo-Mágico

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Por Pegaso

Propondré que Reynosa sea catalogado como “Pueblo Mágico”.

No. No se trata de un chiste. Aquí todo desaparece, desde la gente, el dinero de los contribuyentes, el sentido del humor, el sentido común, los automóviles y hasta la honra.

Por otro lado, aparecen de la nada los baches, las mentadas de mamá, las balaceras, las persecuciones y los accidentes vehiculares.

Motivos más que suficientes para que nuestra amada ciudad sea considerada dentro de esta simpatiquísima categoría.

A la fecha, Tamaulipas cuenta solo con dos pueblos mágicos: Tula y Nueva Ciudad Guerrero.

Son pueblecitos con crepúsculos arrebolados… perdón, me estaba acordando de Jaimito El Cartero.

Son pequeñas poblaciones cuyos habitantes viven una vida relativamente tranquila, aunque en el pasado reciente, Ciudad Guerrero casi se quedó sin habitantes por la intensa actividad criminal.

En todo México la cantidad de pueblos mágicos se eleva a 132, según la lista que tiene la Secretaría de Turismo, encargada de reconocerlos.

Los Pueblos Mágicos son lugares que se distinguen por su belleza natural, tradiciones, gastronomía, historia y cultura. Cada uno de ellos tiene características propias que lo hacen único.

Algunos ejemplos son: San Miguel de Allende, Guanajuato, Atlixco, Puebla, Bernal, Querétaro, Huasca de Ocampo, Hidalgo, Taxco de Alarcón, Guerrero, y Pátzcuaro, Michoacán.

Pero aparte de sus bellas playas, majestuosas montañas, modernos rascacielos y exuberantes selvas, Reynosa tiene algo más que no tienen todos esos puebluchos de pacotilla: La emoción de salir a sus calles, sabiendo que podríamos no regresar con nuestros familiares, enfrentarse cara a cara con la muerte a la vuelta de cada esquina, de esquivar las balas que pasan rozando la cabeza y después de todo eso, acudir al trabajo con una sonrisa de oreja a oreja.

¡A eso es a lo que yo llamo ser un pueblo mágico!

Unos parientes que viven fuera me preguntan si Reynosa es como lo pintan los medios nacionales pero yo, tratando de ser condescendiente, les digo que no, que todo está tranquilo y que pueden venir si se les da la gana.

Pero en el fondo sabemos que los problemas siguen ahí y que no se irán, -ahora sí hablando literalmente- por arte de magia.

Yo pensé todavía hace unas semanas que la política de “abrazos, no balazos” ya había quedado atrás y que definitivamente la lucha contra la delincuencia organizada sería ahora sí de verdad.

Pero solo se han visto llamaradas de petate.

A unos días de que El Trompas tome posesión como Presidente de los Estados Unidos, revive la polémica sobre la inminente declaración de los cárteles mexicanos como grupos terroristas y cómo la reacción del gobierno mexicano ha sido la de rechazar toda ayuda para acabar con ese flagelo.

El caso es que, si no quiere ayuda, el Gobierno Federal está obligado a actuar por sí mismo y declarar la guerra a quienes se la han declarado a los mexicanos de bien (consúltese el libro “El Derecho Penal del Enemigo”, de Miguel Ángel Mancera Espinosa).

Es decir: Si yo tengo mi casa infestada de cucarachas y el vecino quiere venir a fumigarla porque yo no tengo recursos o no quiero hacerlo, y teme que los insectos se pasen a la suya, lo menos que puedo hacer es agradecerle la intención, y en todo caso, aceptar la ayuda.

De momento, yo invito a mis lectores del interior del país y del extranjero a que vengan al Pueblo Mágico de Reynosa. Se van a divertir como enanos.

Viene el refrán estilo Pegaso: “En el proceso para solicitar se encuentra el otorgar”. (En el pedir está el dar).