Dirección General: Jesús Rivera Zúñiga

Al Vuelo-Justificación

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Por Pegaso

“El fin justifica los medios”,-dice una máxima, refrán, dicho, adagio, aforismo, proverbio, sentencia, agudeza, apotegma o sentencia.

Es lo que pasa en México y en El Salvador.

En México, no importa los medios que se hayan utilizado, como el dedazo, el fraude o el dispendio de recursos, lo importante es que siga la Cuarta Transformación.

En El Salvador, no importa que se haya pisoteado la Constitución y dejado de lado la democracia, con tal de que se continúe con la limpia de la delincuencia.

Es el mismo principio, pero con diferente contexto.

Allá se instauró un Estado de Excepción, donde todo aquel que ande tatuado o que pertenezca a una pandilla, es llevado a la cárcel sin más trámites y sin respetar sus derechos humanos.

Esto causó una furibunda reacción de las organizaciones internacionales. La respuesta del Presidente Bukele, electo la primera vez de manera democrática, fue la siguiente: “Pues si tanto los quieren, llévenselos. ¿Dónde se los pongo?”

Resultado: Una megacárcel repleta de malandros y una sociedad que descansa luego de mucho tiempo de padecer de inseguridad y la pobreza.

Ahora solo queda la pobreza, y creo que ese es el principal reto del gobernante que ayer se reeligió con un aplastante 87% de votos en las urnas.

Por cierto, por ahí ya aparecieron los oportunistas al comparar al candidato de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Maynez a quien ahora apodan “El Bukele Mexicano”, ja, ja, jaaaaa.

Acá, en México, no hay régimen de excepción. Se respetan y se defienden los derechos de los delincuentes al mismo nivel que los de la población.

Y por otro lado, se prepara una elección de Estado, donde se busca garantizar, a como dé lugar, que continúe el proyecto político llamado “La Cuarta Transformación”. El fin justifica los medios.

Yo recuerdo que entre el 2016 y el 2017 tomé la decisión de que votaría por el candidato de la izquierda porque me parecía el menos malo.

Pensaba, ¡iluso de mí!, que estaba bien, que habría que darle oportunidad a una nueva opción política, ya que el PRI ya se había degenerado, tras estar más de 80 años en el poder, y que el derechista Partido Acción Nacional no había dado el ancho en los doce años que estuvo al frente del Gobierno Federal.

Sabía que sería un régimen de izquierda, y como todos los regímenes de izquierda, duros, intolerantes y hasta autoritarios.

“¿Quién sabe? Tal vez eso sea lo que necesite México”,-decía yo para mis adentro.

Y llegué a imaginar que vendría una lucha frontal contra la delincuencia organizada, sacando a los soldados de los cuarteles para que, al mirar a cualquier mañoso en la calle, le descerrajaran un tiro entre ceja, oreja y sien, como le hacían los chinos en su país hace algunas décadas.

Nunca ocurrió eso. Por el contrario, se les toleró y hasta se les defendió.

Hoy el resultado es que están en todas partes, envalentonados e impunes.

No pasa un día sin que en México cometan una masacre, y luego, cuando ya creíamos haberlo visto todo, ocurre una nueva barbaridad que deja a la anterior como un juego de niños.

Son más de 170 mil homicidios dolosos en lo que va del sexenio, 34 mil al año, 2,800 mensuales o 930 diarios. Al ritmo que vamos, terminará el sexenio con cerca de 230 mil muertes violentas, casi el triple de las que ocurrieron en el período de Enrique Peña Nieto.

México necesita un Bukele, pero ¡ya!

Pienso que si López Obrador hubiera hecho su trabajo combatiendo de a de veras al crimen organizado, yo, Pegaso, sería el primero en pedir su reelección.

Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: “Debía darse dicho pronunciamiento y ocurrió”. (Se tenía que decir y se dijo).