Dirección General: Jesús Rivera Zúñiga

Al Vuelo-Involución

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Por Pegaso


No soy yo. Son las gentes pensantes las que dicen que estamos involucionando. (Involucionar quiere decir, ir para atrás, evolucionar al revés).

En muchas ocasiones he dicho en este espacio lo que pienso de ritmos como el reggetón, los narcocorridos, los corridos tumbados, la espantosa música sinaloense, el perreo, los tatuajes y muchas cosas más.

Y he comentado hasta el cansancio que la especie humana se está degradando a pasos agigantados.

A este ritmo, no nos extrañemos que pronto nos convirtamos en otra especie muy distinta, como narra la novela “La Máquina del Tiempo”, de George Welles.

En esa novela, que fue en su tiempo una crítica hacia la acartonada sociedad londinense de finales del Siglo XIX, un científico crea una máquina capaz de viajar por el tiempo.

Primero, visita épocas pretéritas, pero luego se decide explorar el futuro, cansado del desprecio que recibe de sus colegas victorianos.

De esa manera, llega a un futuro distópico, en 802,701 D.C., donde encuentra a una Humanidad dividida en dos: Los angelicales Eloim y los brutales Morlock.

Los primeros son la comida de los segundos, así que cuando cae el sol, todos se van a sus casas, construidas sobre acantilados, para ponerse a salvo.

Pero así como en la ficción, en la realidad vamos por el mismo rumbo.

Déjenme reproducir aquí un ensayo que vi en Internet. Es el siguiente:

LA DEGRADACIÓN HUMANA ESTÁ PROGRAMADA EN LA MÚSICA.

Da tristeza ver cómo la música se ha transformado desde principios de los años 2000, únicamente con fines comerciales y de manipulación de las masas. Donde no solo los ritmos han cambiado, sino también las letras e historias que se cuentan en las “canciones”.

Si tienes el mínimo conocimiento sobre Storytelling y cómo funciona nuestro cerebro, debes saber el gran poder que hay al contar historias para conectar con él, programar tú mente a través de la repetición de palabras o frases, aunado a la sincronización cerebral por arrastre que se crea a través del beat o ritmo y la emoción que le involucra.

Todo esto influye en tú mente y en tu comportamiento, él que diga lo contrario simplemente no sabe cómo funciona nuestro cerebro en conjunto con los estímulos auditivos y la repetición de las palabras o frases que actúan como un “sutra”, o como un audio hipnótico de sugestión que va directo al subconsciente y ahí permanece por décadas.

La música que escuchas habla mucho de tú personalidad, de tu educación, de tu círculo e incluso de tu familia… por consiguiente es aquí donde parte el origen de las Tribus Urbanas, ya que en la adolescencia cuando buscas “tu identidad” y pertenecer a una tribu, imitas al “artista musical” del momento, adoptas su vestimenta, su forma de ser, su manera de hablar, pensar, actuar, etc., creando así una personalidad falsa, un alter ego, pero que simplemente te conecta con cierta tribu y te hace sentir que por fin perteneces a algo.

El 80% de las personas siguen escuchando el mismo estilo musical que el de su adolescencia, de ahí que te encuentres a personas de 40 o 50 años en los raves o en las fiestas de metal, porque ese estilo de música marcó su adolescencia y juventud, los hizo parte de esa ideología y movimiento.

¿Ahora te das cuenta de cómo están programando a las nuevas generaciones?

A los varones les venden el arquetipo de un drogadicto, narcodelincuente y pandillero, que sólo se dedica a hablar de drogas, armas, promiscuidad, etc. Y a las señoritas les venden la aspiración de ser una prostituta que solamente sirve para fornicar.

¿De verdad eso quieres para tus hijos, primos, sobrinos, nietos o amigos?

Recuerda que las tendencias se originan en los movimientos musicales y con los “artistas” que se venden como símbolos para esta generación…

No me lo crean. Véanlo ustedes mismos. Vean a sus hijos y dense cuenta de a quién o quienes admiran para saber hacia dónde nos dirigimos como especie.

Vámonos con el refrán estilo Pegado: “Te lo expongo, Juan, para que lo asimiles, Pedro”.  (Te lo digo, Juan, para que lo entiendas, Pedro).