Por Pegaso
¿Y el Innombrable? ¿Ya le echaron el guante?
Tal como lo habíamos anticipado, no se paró para nada en el evento protocolario de toma de protesta del nuevo Gobernador del Estado, Américo Villarreal Anaya.
Se suponía que terminando el último segundo de septiembre, estarían los soldados, la Marina, la Guardia Nacional, la Policía Federal, el FBI, la KGB y hasta el HEB, esperando que saliera a la calle para caerle como a Juan Charrasqueado, de a montón.
Pero no fue así. Y ya no creo que le hagan nada. Dejaron pasar la oportunidad. Dicen que si no matas a tu enemigo, éste se puede recobrar y vengarse más tarde.
Aseguran que ya tiene comprada una residencia en Dallas, otros dicen que se irá a Canadá o a algún país que no tiene tratado de extradición con México, para vivir el resto de su vida en la opulencia, mientras millones de tamaulipecos seguiremos viviendo en la chilla y en la inopia, por toda la lana que se robó.
Al rato lo vamos a ver como a Peña Nieto: En el jet set, en las fiestas más exclusivas, en las portadas de las revistas del corazón, paseando por la Riviera Francesa, Mónaco o Venecia.
Y mientras en Tamaulipas, ¿cómo nos quedamos?
Existen grandes expectativas sobre el nuevo Gobierno. El doctor Américo Villarreal Anaya, cardiólogo de profesión, promete “curar” todos los males que heredó su antecesor, quien parecía chivo en cristalería y dejó un reverendo desmadre en las finanzas públicas.
Con un estado en quiebra, la nueva Administración tardará meses, si no, años, para recuperarse financieramente.
En su toma de protesta, Américo adelantó algunas de las acciones más importantes de su gobierno.
Me preocupa especialmente el tema de seguridad. Ojalá que no se repita el esquema del Gobierno Federal de “abrazos, no balazos”.
Que solo se aplique la ley, y el que la infrinja, que sufra las consecuencias.
Hasta ahora, el esquema fallido del Presidente de la República ha dejado más muertos que en los sexenios de Peña Nieto, Calderón y Fox.
Estaría bien que los muertos fueran puros mañosos, pero también hay “daños colaterales” de personas que no tienen nada que ver con la actividad delictiva y que dejan luto en las familias.
O los miles de desaparecidos, y los que siguen desapareciendo; los periodistas silenciados, los activistas de derechos humanos asesinados y mil delitos más que ocurren en la impunidad, mientras que los malosos se pasean como Pedro por su casa.
En Tamaulipas, el Innombrable no acabó con la inseguridad. Si en las carreteras se puede transitar, es porque los grupos delictivos decidieron hacer una tregua, e igualmente, han disminuido las balaceras y persecuciones porque en estos momentos ya no están en guerra. Y eso no fue mérito del Innombrable.
A la fecha, aunque más tranquilos, los delincuentes siguen estando presente en todos los lugares y a toda horas. Poco ha cambiado.
Si en un momento dado deciden de nuevo declarase mutuamente la guerra por disputa de territorios o por cualquier otra cosa, entonces sí, que diosito nos agarre confesados.
Termino mi refrán estilo Pegaso, inspirado en una de las frases favoritas del innombrable: “¡De que partieron, partieron!” (¡De que se fueron, se fueron!)