Por Pegaso
Gringolandia está a punto de implosionar.
Por un lado está el gobierno conservador que encabeza Pepe Biden y por el otro, el beligerante nazi Donaldo Trompas, que quiere recuperar el poder a como dé lugar.
La mesa está servida para una guerra civil, como la que ocurrió en la Guerra de Secesión, entre 1861 y 1865.
Se enfrentaron los Estados Confederados de América, donde era legal tener esclavos, entre ellos, Carolina del Sur, Mississippi, Florida, Alabama, Georgia, Luisiana y Texas, territorio conocido como “La Gran Serpiente de Scott” (Scott’s Great Snake) y en el otro bando, los Estados de la Unión, que eran la mayoría del norte.
Los del sur querían que siguiera la esclavitud, mientras que los del norte pretendían abolirla.
A los propietarios de las grandes plantaciones del sur les convenía tener esclavos traídos de África, comprados a individuos que se dedicaban a ese sucio trabajo.
Acabo de ver la película Django Desencadenado (Django Unchained, por su título en inglés. Estrenada en diciembre del 2012, Director: Quentin Tarantino. Protagonistas: Jamie Foxx, Christoph Walts, Leonardo DiCaprio, Kerry Washington y Samuel L. Jackson), donde el protagonista es un esclavo a quien un dentista alemán cazarecompensas le devuelve su libertad.
Y como en el cuento alemán de Brunilda y Sigfrido, se lanza a rescatar a su esposa, que está como esclava en una plantación de Alabama regenteada por Calvin J. Candle (Leonardo DiCaprio).
Pero como siempre tiene que haber héroes y antihéroes, resulta que el antagonista en este caso es otro negro. El mayordomo de Candle, llamado Stephen Warren, protagonizado por Samuel L. Jackson, es un negro que se cree blanco.
“¿Ya vio a ese negro montado a caballo?”-le dice a su amo la primera vez que ve a Django.
Pero vayamos al tema de la nueva guerra civil que ya algunos gobiernos vecinos, como el de Canadá, están anticipando en Estados Unidos.
Donaldo Trompas, que está más loco que una cabra, es un nazi supremacista blanco que no quiere ni a los negros ni a los latinos.
Se dice que la Torre Trompas de Nueva York fue construida con mano de obra de migrantes ilegales a los que pagaba una miseria, casi casi al nivel de esclavos.
Imagínense que gana El Trompas las elecciones presidenciales. Lo primero que va a hacer es echarle un doble piso al muro fronterizo y ya encarrerado, volver a instaurar la esclavitud de los negros.
Ahora que si no gana, se va a levantar en armas e iniciar una guerra civil con consecuencias catastróficas no solo para Gringolandia, sino para los países vecinos como México y Canadá, y posiblemente para el resto del mundo.
El gobierno canadiense considera posible una segunda guerra civil entre los trompistas y sus oponentes, entre republicanos y demócratas.
Pronto tendremos en México a miles o millones de “mojados”, pero ahora vendrán del norte al sur, como de hecho ya lo han empezado a hacer durante la última década: los gringos que pueden se vienen a los paraísos turísticos, donde compran una casa y ahí viven cómodamente, quejándose hasta del ruido que producen los mariachis.
Es un fenómeno que se conoce como gentrificación, y es una migración a la inversa. Ya hay movimientos que piden al Gobierno de México que les exija los mismos documentos que ellos nos piden por pasar a su territorio, pero además, que paguen todos los impuestos que a nosotros nos aplica el SAT.
Termino con esto mi colaboración de hoy. Los dejo con el refrán estilo Pegaso que a la letra dice: “Posees el aspecto del marrón entre la semilla de Oriza sativa”. (Eres el prietito en el arroz).