Por Pegaso
Era la década de los 40 y 50. Los magazines de ciencia ficción anticipaban un futuro repleto de aparatos electrónicos, computadoras, robots, coches voladores y medios de transporte avanzados.
Estamos en el 2023 y mucho de eso ya lo tenemos con nosotros. Ya hay computadoras, autos voladores, androides inteligentes, hemos ido a la luna, hay avances en la ciencia médica y en las comunicaciones…
Recién comentaba con mi amigo Alex García que la Inteligencia Artificial, uno de los últimos hitos de la tecnología, está cambiando nuestra forma de ver las cosas.
Ahora es posible hacer un noticiero con un avatar, es decir, con una persona cuya imagen fue creada por computadora pero que es indistinguible de una real.
Cada día, en alguna red social aparece una nueva aplicación para la IA, por ejemplo, simulaciones de cómo lucirían los Estados de la República si fueran dioses aztecas, o cómo sería el más allá, según determinado algoritmo.
Hay tantas cosas generándose y publicándose en Internet, que las posibilidades parecen infinitas.
Algo chistoso que la gente está haciendo con los programas de Inteligencia Artificial es recrear los personajes de historietas cómicas para saber cómo serían en la vida real.
Hasta hubo quien dio instrucciones al programa para ver a los personajes de El Chavo del 8 como niños de verdad.
Me extraña, porque en lugar de preguntarle, por decir, ¿cuál sería la respuesta al tema de la escasez de agua? O ¿cómo solucionar la problemática de la violencia?, lo que más popularidad tiene es ver cómo serían las princesas de Disney de carne y hueso.
Se supone que la Inteligencia Artificial no da una solución, sino que toma elementos de aquí y de allá de todas las redes digitales a su disposición y proporciona una interpretación.
Es como si a mí me dijeran: “Pegaso, ¿cómo te imaginas que serían los extraterrestres?”
Inmediatamente yo me avocaría a investigar cuáles son las características más comunes que los seres humanos damos a los presuntos seres de otros planetas, mezclaría todo y lo presentaría como una imagen única.
La Inteligencia Artificial es solo eso, una forma de dar una interpretación que responde a la pregunta o instrucción que se le da a un algoritmo.
Alguien dijo por ahí: “No hay que temer a la Inteligencia, sino a la Idiotez Artificial”, y tiene mucha razón, porque se supone que los avances en materia de informática nos van a ahorrar mucho dinero y esfuerzo en las siguientes décadas.
No debemos de temer que suceda como en aquel famoso cuento que dice así: Unos científicos desarrollan una supercomputadora con Inteligencia Artificial que puede conectarse con la red global y además, puede aprender por sí misma.
Una vez que se enciende, ya no se podrá apagar, así que los científicos consultan con el Presidente y este da la orden. Hay expectación en todo el mundo, porque el hecho se transmite en vivo.
El jefe del laboratorio enciende la máquina y esta hace unos ruiditos extraños, mientras establece las conexiones necesarias con la Internet de Todas las Cosas.
La primera pregunta que se le hace al cachivache es: “¿Existe Dios?” Y, ¿cuál creen que fue su respuesta?
-¡Ahora sí!-y flash, toma el control de todos los sistemas de defensa y armamento del mundo, para acabar con el Ser Humano.
Suena muy parecido a lo que Skynet hizo en la película “El Exterminador” (The Terminator, por su título en inglés. Año de estreno: 1984. Director: James Cameron. Protagonistas: Arnold Schwarzenegger, Linda Hamilton y Michael Biehn).
Y en la actualidad, ya tenemos a disposición, incluso de la gente común y corriente, la Inteligencia Artificial.
No pasará mucho tiempo antes de que, en lugar de preguntas estúpidas, le preguntemos realmente sobre temas trascendentes y entonces, podríamos encontrarnos con sorpresas inesperadas.
Viene el refrán estilo Pegaso, cortesía de El Exterminador: “¡Hasta la percepción visual, cachorro de humano!” (¡Hasta la vista, baby!)