Por Pegaso
Hubo una vez una película de producción mexico-americana llamada “Un Día sin Mexicanos” (A day Without a Mexican, por su título en inglés. Año de estreno: 2004. Director: Sergio Arau. Protagonistas: Eduardo Palomo, Caroline Aaron, Tony Abatemarco y Melinda Allen), donde se ensayó la ya conocida fórmula de “¿Qué pasaría si…?”
El churrón en comento trata de la hipotética desaparición de todos los mexicanos en los Estados Unidos y el efecto que tendría sobre los habitantes anglosajones, o sea, la gringada.
Aquello se vuelve un caos, porque la gran mayoría de los desaparecidos se dedicaban a tareas del campo, a hacer el trabajo pesado y a limpiar las cacas de los perros.
Pues bien, algo así pasó el día de ayer. Un Día sin WhatsApp (o guasap, como le dice la raza mahuacatera).
El problema empezó como a las 10:40 de la mañana, cuando todo mundo estaba comunicándose por las “benditas redes sociales”.
De pronto, empezamos a batallar para enviarles mensajes de texto a los cuates por WhatsApp, así que nos fuimos a otras plataformas, como Instagram y Facebook, con el mismo resultado.
Tanto Twitter como Telegram no sufrieron alteración, así que por lo menos, durante esas 7 horas y cachito, se convirtieron en los conductos más utilizados para el envío de mensajes y material audiovisual.
Pero para las viejas fodongas que no saben mucho de tecnología, aquello fue el acabóse, porque ya no pudieron comunicarse con la comadre para pasarle el último chisme de la vecina que salió embarazada y el papá de la criatura se volvió ojo de hormiga, o las peripecias del último capítulo de su churronovela favorita.
También los marucheros y punteros tuvieron un día difícil porque, imagínense qué hueva, buscar el número del jefe en su lista de contactos telefónicos, marcarle y avisarle que iban pasando unos soldados por la calle fulana. De aquí a que daban aviso, ya los sorchos iban como a cinco cuadras y pues así, no sirve el trabajo.
Y esto fue solo una caladita. Mark Zuckerberg y todos los que han exclaviza… perdón, los que han ayudado a la gente a estar mejor conectada con la tecnología, no han dicho la causa del apagón de Guasap y Face, pero me imagino que fue como un mensaje para decirnos a todos: “Eit, raza, pónganse las pilas. Hasta ahorita los servicios han sido gratis, pero voy a empezarles a cobrar”.
Y no es que sea gratis, porque la publicidad es un negocio muy jugoso cuando están en juego miles de millones de usuarios que comen, visten manejan y usan.
Pero como la chamba de los multimillonarios consiste en ver quién junta más lana, no creo que quieran desaprovechar esa oportunidad para seguir enriqueciéndose asquerosamente a costa del resto de la gente que se ha enviciado con las redes sociales.
Yo me preguntó, en serio, ¿qué pasaría si de pronto dejan de operar todas ellas? Es decir, WhastApp, Twitter, Facebook, Flik, Instagram, Telegram, Google, Windows, Linux y todos los programas y plataformas informáticas.
Dependemos casi en un 100% de la tecnología. Un apagón mundial, tan solo durante un día, ya no digamos, un año o para siempre, nos sumiría en un caos mundial y prácticamente volveríamos a la época de las cavernas.
Así que debemos prepararnos para que, más temprano que tarde, las empresas de telefonía empiecen a cobrarnos por el uso de las redes sociales, de las que nos hemos vuelto adictos.
Termino mi colaboración de hoy con el gustado refrán estilo Pegaso: “Cuadrúpedo del género Canis que ingiere embrión de ave, a pesar de que le incineren los maxilares protuberantes…” (Perro que come huevo, aunque le quemen el hocico…)