Por Pegaso
Hay muchas palabras del ajedrez que han sido adoptadas por la praxis política.
Por ejemplo, cuando se dice que un gobernante hizo un “enroque” en su equipo, lo que eso significa es que cambió a un funcionario por otro. Aunque la verdadera esencia del enroque en el juego ciencia es proteger al rey para hacer más difícil que las piezas contrarias lo ataquen.
Un “peón”, en política, es un individuo con escaso valor, del cual se puede prescindir. En ajedrez es una pieza con valor absoluto de un punto y valores relativos según su posición.
Una “jugada” en política, es una acción o un acto, generalmente imprevisto, que hace algún personaje poderoso. En ajedrez, se trata de cada uno de los movimientos que hace cualquiera de los dos oponentes.
Cuando se asegura que alguien está en “jaque”, es que está en un peligro inminente; en ajedrez, es cuando el rey está bajo amenaza.
Y es extraño, porque habiendo muchas otras palabras o locuciones utilizadas en la jerga ajedrecística, más bien son limitadas las que han pasado al ámbito de la política.
Un ejemplo de ello es la frase “jaque mate”, que en ajedrez es cuando el rey está amenazado y no hay forma de cubrirse o evadir la amenaza. Es cuando termina el juego y gana el que inmovilizó al rey contrario.
Pienso que esto aplicaría a cuando un político logra imponerse sobre otro. Como cuando el actual Pejidente ganó la elección del 2018 y dio “jaque mate” a la Mafia del Poder.
Pero también hay otra forma de terminar el juego y es el “jaque mate del pastor”. El “jaque mate del pastor”, concepto extendido a los jaques mates muy rápidos, es aquel que se propina en pocas jugadas.
Y aquí es cuando entra la comparación con la política.
En el 2000, el Partido Acción Nacional dio “jaque mate” al viejo sistema priísta, que tenía más de 80 años en el poder. Fue una partida muy larga, pero a final de cuentas, la ganó el PAN.
En el 2012, luego de doce años de gobierno panista, el PRI dio un jaque mate casi del pastor, pero en el 2018, ALMO se la jugó y ganó al PRI de manera rápida y contundente.
Yo no espero que en el 2024 nuevamente el PAN, con sus coaligados, PRI y PRD, den un nuevo “jaque mate del pastor”, porque la marca de MORENA aún es muy fuerte.
Lo que sí estoy viendo desde hace varios días, más o menos una semana o dos, es que el Pejidente hizo un “gambito de dama”.
El “gambito” es una jugada donde se sacrifica un peón en la apertura para obtener cierta ventaja en los siguientes movimientos.
He notado que Claudia Shikitibum, que era su Plan A, ha caído de su gracia y ahora está apoyando con todo a su Plan B, Adán Algusto López.
A fuerza de espectaculares, acarreos y amarres políticos, Adán Algusto ha crecido en las encuestas, y a la fecha ya lo ubican en segundo lugar, a pocos puntos de Claudia.
Solo falta que ésta decline al darse por enterada que ya no cuenta con el favor del cabecita de algodón.
Cabe mencionar que el Plan C, el que siempre ha tenido en mente el Pejidente, es manipular a las leyes y a la opinión pública para que el “pueblo sabio” se arrodille ante él y le suplique reelegirse.
Porque si ninguna de sus “piezas” levanta, como se ha visto hasta ahora, lo más seguro es que quiera “enrocarse” en Palacio Nacional, de donde solo lo sacarán con los pies por delante.
LA FALLA DE ANDRÉS: Como lo había anticipado, en esta nueva sección analizaré el error, equivocación, yerro, desatino, desacierto, pifia, gazapo, desliz, ligereza, lapsus, desvío o cagada que haya hecho el Pejidente en las últimas horas.
Lo más absurdo de este fin de semana fue haber puesto a sus acólitos a realizar una rueda de prensa diaria para explicar por qué los nuevos libros de texto gratuitos son como son.
Que si los anteriores venían con más errores, ¿acaso justifica los que traen éstos? Que si antes nos adoctrinaban para ser esclavos del consumismo, ¿acaso éstos no van a adoctrinar a nuestros niños para que sean los futuros esclavos ideológicos?
Termino con el refrán estilo Pegaso: “Ni en demasía que calcine al anacoreta, ni tan exiguo que lo mantenga en penumbras”. (Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre).