Por Pegaso
Me quedé pensando qué es lo que quiere decir el cabecita de algodón con su nueva y divertida ocurrencia de la “pobreza franciscana”.
Para empezar, la Wikipedia nos dice que los franciscanos conforman un conjunto de órdenes religiosas mendicantes dentro de la Iglesia Católica.
Según el ideario de San Francisco de Asís, estas son:
-Primera Orden, que incluye a los Frailes Menores, conocidos también como “observantes”, la orden de los Frailes Menores Conventuales y la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos.
-La Segunda Orden, incluye a la Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara.
-La tercera Orden comprende la Orden Franciscana Seglar y la Orden Franciscana Regular, o Franciscanos TOR.
Todas tienen en común su adhesión a las enseñanzas y espiritualidad de San Francisco de Asís, Santa Clara de Asís y San Antonio de Padua.
Queriendo profundizar un poco en el significado ontológico del estilo de vida que pretende ALMO que adoptemos los más de 130 millones de mexicanos les diré que San Francisco de Asís fue hijo de un rico comerciante italiano, pero en su adultez adoptó una vida de estricta pobreza.
La iglesia lo canonizó en 1228. Su festividad se celebra el 4 de octubre, fecha que está asociada con el fin de la estación lluviosa, lo que en aquel país se conoce como “cordonazo de San Francisco”.
Yo no sé ustedes, pero como que a mí me da hueva levantarme a las 4 de la mañana para agarrarme a latigazos en la espalda, almorzar agua con un mendrugo de pan, comer unos frijoles en bola y cenar una taza de café negro.
Si adopto ese estilo de vida, como pienso que lo harán los 60 millones de chairos que aún lo siguen, para darle gusto a San Peje de Asís, me ahorraré una buena lana, pero quedaré más flaco que un perro de familia pobre.
Pero no. No creo que la raza mahuacatera le entre a la “pobreza franciscana”. Estamos acostumbrados a irnos de peda, a almorzar unos huevitos con frijolitos refritos, salsita bien picante y una tacita de café, a comer una torta de tamal, unos ricos sopes o unos taquitos enrollados con su chesco y a cenar dos o tres panes dulces con otro cafecito y varios tamalitos de puerco por añadidura.
Por lo pronto, la “pobreza franciscana” se aplicará en las dependencias públicas. Ya no más viáticos para viajes al extranjero en avión de primera clase, ya no más comilonas en restaurantes de lujo, ya no más estrenar autos nuevos cada año ni guaruras, ni trajes Armani ni todas esas menudencias a las que tanto estaban acostumbrados nuestros melifluos funcionarios públicos.
Los fifíes, neoliberales y aspiracionistas critican al Peje del Ejecutivo porque, mientras pretende imponer la “pobreza franciscana”, impulsa los faraónicos e innecesarios proyectos del Tren Maya, el AIFA y la refinería Dos Bocas, que costarán una buena lana a los sufridos contribuyentes mexicanos.
Pero bueno. Vamos a darle el beneficio de la duda al cabeza de puro apagado.
Quién sabe. A lo mejor es chicle y pega. Pronto nos veremos en la calle usando un hábito café con capucha, amarrado a la cintura con un cordón y usando huaraches de suela de llanta.
Incluso, ¿por qué no? podría surgir una nueva moda entre las barberías, una “moda franciscana” que consistiría en rapar la parte alta de la cabeza.
¡Ya me ví!
Pero bueno, al escuchar lo que dijo el Pejidente en su mañanera de ayer, no pude más que pensar en que se trataba de otra de sus tantas ocurrencias.
Creeré que habla en serio cuando él mismo adopte el hábito franciscano y se pele el casquete a rapa.
Viene el refrán estilo Pegaso: “Es obligación tuya presentar tu homilía e incluir el paradigma”. (Tienes que predicar con el ejemplo).