Por Pegaso
No puedo dejar pasar una verdad que se evidencia por sí sola: No todas las personas asesinadas o masacradas por la delincuencia organizada eran inocentes.
Solo un porcentaje muy bajo de ellos puede decirse que eran ajenos a cualquier actividad delictiva, y que cayeron por algún error o porque estuvieron en el lugar y en el momento equivocado.
El resto tenían algún grado de involucramiento con el crimen organizado.
Es duro, pero es la verdad. Hace unos dos meses, el Gobierno de la República revisó los casos de personas desaparecidas en el país. Eran cerca de 130 mil.
Tras la reclasificación, quedaron apenas poco más de 12 mil, menos del 10%.
Entre ellos, pienso, están los inocentes.
Los 118 mil que no reconoció el Gobierno Federal, son bajas entre las mismas pandillas del crimen organizado.
Yo veo en las fotos de los desaparecidos que sus familiares buscan con mucho afán, algunos estigmas que hacen suponer que admiraban, simpatizaban o estaban dentro de algún grupo delictivo.
Gorras con exageración de adornos, rostros inexpresivos, tatuajes, ojos fríos como el acero, sonrisas retorcidas…
En el submundo del delito, mientras más amenazador, grotesco y patibulario luzcas, mayor éxito tienes.
Pero es entre los jóvenes donde se aprecian más esos estigmas.
El Filósofo de Güemez decía: “Si tiene cara de buena gente, es buena gente. Si tiene cara de maldito, es maldito. Y si tiene cara de ratero, ¡no le prestes dinero!”
Los estigmas nos ayudan a conocer mejor a la gente. Hay quienes, con un solo vistazo, pueden saber el tipo de persona que tienen frente.
La Frenología era una disciplina que se utilizó en la tarea policial durante mucho tiempo. Al evolucionar los métodos de investigación, como la medicina forense, la balística, la genética forense y otras, se ha podido dejar atrás la Frenología.
La Frenología tenía sus bases en ciertas señales o estigmas del rostro humano. Ha llegado hasta nosotros, por ejemplo, aquella concepción de que un tipo con los ojos muy juntos, suele ser un ladrón, o el que tiene los ojos saltones y cejas pobladas, un asesino serial.
Aún en nuestra época hay “estudios” en los Estados Unidos que intentan hallar características comunes entre diferentes tipos de criminales. Y quiero decirles que en ocasiones, sí se pueden identificar esos estigmas entre asesinos, violadores en serie, terroristas o ladrones.
En nuestros tiempos, donde no podemos saber exactamente quién es quién, yo hago las siguientes recomendaciones a los chavos que buscan emociones fuertes al relacionarse con bandas delictivas:
1.- Mejor pónganse a estudiar o a trabajar.
2.- No se relacionen con amistades indeseables o peligrosas.
3.- No se vistan como delincuentes.
4.- No actúen como delincuentes. Eviten subir fotos a las redes sociales haciendo gestos de maldito, con atuendos típicos de los malvivientes o luciendo armas de fuego.
5.- Tengan más cercanía con sus padres. Pídanles consejos.
Y a las chicas:
1.- No se dejen seducir y apantallar por la lana, los carros o las joyas que traiga el puntero del barrio.
2.- No se desvíen del estudio o el trabajo.
3.- No se relacionen con sujetos de mala calaña o mala catadura, porque terminarán mal.
Para todos aquellos padres y madres que han sufrido la desaparición forzada de alguno de sus hijos, que eran buenas personas y estuvieron en el momento equivocado, mis mejores deseos para que los encuentren con vida.
Del resto no puedo decir lo mismo.
Viene el refrán estilo Pegaso: “Vegetal arbóreo que se desarrolla sinuoso nunca su tallo alinea”. (Árbol que crece torcido jamás su tronco endereza).